Cuando estalló del todo la traca del jodido Covid, todos apretamos a tope las tuercas de nuestros cuerpos, convencidos de que sería un tsunami pasajero, con la idea de que en poco tiempo podríamos volver a lo nuestro, que no es ni más ni menos que seguir intentando averiguar qué es lo nuestro.
Las empresas del sector, que suelen salir mejor paradas de las crisis que otras, vieron como en esta ocasión los zarpazos que la pandemia asestaba a la economía, eran especialmente contundentes, también para los logísticos. Y aceptaron hacer algo que no suele estar en sus planes: ajustar las plantillas, o con recortes, en muy pocos casos, o con Expedientes de Regulación Temporal de Empleo.
El freno de mano nos lo habían activado elementos ajenos a las empresas y la dirección la marcaban nuestras autoridades, que es como decir que no teníamos ni idea de hacia dónde íbamos. Pero, por un tiempo, se confió en seguir las titubeantes y a veces contradictorias pautas de esas autoridades. Convencidos estaban algunos de que esto con el calor se arreglaba, o con una medicina rápida o con una vacuna urgente o… porque sí, que era como se había solucionado gripes aviares, locuras de vacas y otros fines del mundo que al final creo que no han sido. Por tanto, los logísticos hicieron lo que todos los sectores: ajustar gastos y esperar.
Ocurre, y aquí viene la diferencia, que este sector no es así. Su pulso no es español, es universal. El movimiento de mercancías late al compás de todo el planeta. No estamos acostumbrados a parar. Ni nos vamos a acostumbrar nunca. Además, si en todos los sectores los profesionales son importantes, en logística me atrevo a decir que son casi lo único importante. Hay que cuidarlos.
Vayan como vayan las cosas, tengo la sospecha de que la logística no va a mantener los ERTEs por mucho tiempo. Pase lo que pase, empezarán a mover todos sus resortes para que los profesionales del sector se incorporen más pronto que tarde a su jornada normal. En un mundo en el que lo que más se ve son grúas, barcos, trenes… todos ellos inmensos, los profesionales siguen siendo cruciales.
Vayan como vayan las cosas, tengo la sospecha de que la logística no va a mantener los ERTEs por mucho tiempo.Pase lo que pase, empezarán a mover todos sus resortes para que los profesionales del sector se incorporen más pronto que tarde a su jornada normal
Tanto es así que muchas grandísimas empresas empezaron su andadura “solo” con su equipo humano. Empiezan a minimizarse los ERTEs en el sector, no porque las cosas vayan mucho mejor, sino porque, tras apagar la tele, hartos de tanta incongruencia, hemos decidido hacer nuestras propias apuestas.
No hay más mundo que el que está en nuestra mano. No hay mejor forma de luchar contra este desastre que haciendo lo que nuestro sentido común y nuestra honestidad nos marque. Tener toda la precaución posible en cada empresa logística y dar a cada integrante de la plantilla todo lo que se les pueda dar. Eso es lo que podemos hacer y es lo que hacemos.
Ah, y procurar no fijarse en el tumor, que decía Gay de Liébana, es decir, obviar a nuestros políticos y sus peleas por seguir arriba, sin importarles nada más. O eso, o corremos el riesgo de que nos manden a hacernos PCRs en turnos de a cien mil, pero guardando las distancias.
Roguemos porque no venga una tercera oleada de virus. Y si viene, que sean otros los que tomen las decisiones que afectan a la vida de todos. Y si son los mismos, que acierten, aunque sea a la tercera.