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Olvidados por los políticos

Los programas electorales no saben ni conocen de transporte y logística (para más información, lean el reportaje de mi compañero Miguel Jiménez que se quedarán ojipláticos). ¿Por qué? Pues no lo tengo claro.

  • Última actualización
    18 abril 2019 11:02

Por un lado, hablan de potenciar la economía, generar nuevos proyectos innovadores, únicos y brillantes que nos hagan dejar de ser “el sol y playa” de Europa; pero, por otro lado, cuando la industria -ese sector que deberíamos fortalecer para dejar de depender de los resultados del sector terciario- o la agricultura requieren de servicios de entrega eficaces y con costes competitivos se echan las manos a la cabeza. ¿En qué quedamos?

En un sistema capitalista como el actual, donde el precio, el precio y el precio es  lo único que importa, ¿cómo quieren que peleemos? ¿Cómo quieren que seamos competitivos sin puertos, sin aeropuertos, sin nodos logísticos, sin puertos secos, sin zonas francas, sin zales, sin camiones? ¿Transportamos las mercancías que queremos vender fuera de nuestras fronteras con un vehículo de ilusión y esperanza? Venga va...

Por eso, partiendo de que quieren que todos ganemos más, que paguemos menos impuestos y que las empresas crezcan a lo bestia, ¿por qué no presentan propuestas realistas para el sector del transporte (en todos sus modos) y la logística, a la postre, claves para la economía española y, lo más importante, el PIB? ¿Por qué lo dejan todo al “ya veremos lo que hacemos” o peor, “ya veremos que dice Europa”?

Lo más frustrante es que no plantean nada y a nadie le importa fuera de nuestras fronteras sectoriales... Está claro que habrá otros colectivos que también estarán apenados -cabreados- por no ver sus problemas atendidos, sus necesidades resueltas, pero, qué quieren que les diga, me toca mucho las narices que se llenen la boca con la urgencia de generar empleo y cuando se plantean proyectos económicos viables, sostenibles ambientalmente (en relación coste-beneficio), concretos y pensados, se lancen a destrozarlos sin más.

Que si la ZAL Valenciaport es pequeña: obvio, porque ha estado parada en el tiempo, congelada por el pasotismo de quienes podrían haber arrimado el hombro para que saliera adelante hace ¿25 años?

Que si el puerto de Alicante es un gran contaminador: a ver, están en ello, se están adecuando las actividades para que la gestión de graneles sólidos se realice bajo techo; hasta entonces sigamos con los controles que garantizan que la salud de los alicantinos está protegida, no sigamos generando miedos que se han demostrado que están infundados.

Que si los accesos terrestres a Valencia nos dejan sin huerta: bueno ya pero es que todos vamos en coche, los accesos se tienen que optimizar aunque no se piense en la actividad del puerto. Quizás si no se hubiera favorecido la política de “compra tu coche porque eres lo más y te lo mereces”, quizás si no nos hubiéramos tenido que plegar a la única industria fuerte que teníamos de multinacionales automovilísticas, la cosa fuera distinta, pero: es lo que hay. Costará mucho cambiar el supuesto “derecho” de tener un coche, por la “responsabilidad” de tenerlo. Pero llegará, porque no hay otra. Será el cambio de modelo de movilidad o el no poder respirar. Pero hasta ese momento no podemos tener accesos a las ciudades irrracionales. No podemos querer crecer sin apoyarnos en la industria y en sus proveedores. Eso sí, exijamos todas las garantías, todos los recursos, para que los proyectos sean viables, legales y con el mínimo coste ambiental posible porque nos jugamos mucho. Nos jugamos nuestra salud. Así que hagamos inversiones con sentido común.