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Óscar Puente y el pleonasmo hiperbólico

  • Última actualización
    22 noviembre 2023 05:20

Todo entierro tiene su momento más crítico y emotivo cuando el ataud golpea contra el fondo de la tumba y los presentes despiertan de lo que creían una pesadilla para constatar que, desgraciadamente, no hay vuelta atrás.

En el sepelio que es también toda toma de posesión, ese momento emocional más duro, ante la muerte del ministro cesado, es el de la entrega de la cartera al sucesor, hasta el punto de que si ya es difícil entregar un maletín, imagínense tener que entregar dos.

Eso es lo que le sucedió ayer a la ya exministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, incapaz de contener las lágrimas y la emoción, exquisita y cariñosa en sus palabras, pero que a buen seguro que no podía dejar de pensar en que ni con el mismo presidente del Gobierno y ni siquiera creándose dos nuevos ministerios ha podido conservar la cartera.

Pero el excelentísimo presidente del Gobierno ha querido un Gobierno más reforzado políticamente y hay que reconocer que Raquel Sánchez ha sido con diferencia la ministra con menor peso político en el Ministerio de Transportes en los últimos 25 años.

No olvidemos que por las dependencias del Paseo de la Castellana han pasado en estos años los máximos responsables en su momento del Partido Popular y del Partido Socialista en las personas de Francisco Álvarez-Cascos (PP) y José Blanco y José Luis Ábalos (PSOE), por no mencionar el peso incuestionable de Ana Pastor en el círculo más estrecho de Mariano Rajoy, o las espaldas bien cubiertas de Íñigo de la Serna con Soraya Sáenz de Santamaría y de Magdalena Álvarez con Manuel Chaves, hasta el punto de que repitió con Zapatero como ministra en la segunda legislatura contra todo pronóstico y, automáticamente, fue cesada en cuanto Chaves dejó la presidencia de la Junta de Andalucía.

No hay razón para distinguir entre transporte y movilidad sostenible

Es por eso que en esta nueva deriva Raquel Sánchez era un eslabón más que débil, máxime ante la necesidad del excelentísimo presidente de hacerle hueco en el Gobierno a quien se ha manifestado en las últimas semanas como su más leal escudero, un Óscar Puente, portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE entre 2017 y 2021, que, como es tradición, ha sido designado para la cartera destinada a los más fieles del partido.

Una cartera que pierde las competencias de Vivienda, lo cual es una noticia excelente para los intereses de la logística, tras el ninguneo por parte de Ábalos y Sánchez que ha sufrido el sector en estos años por el afán de lucir palmito con estas cositas de supuestamente mayores tintes sociales que las mercancías.

En cualquier caso, a Óscar Puente ya le han situado en una casilla de salida muy similar, al perseverarse en ese pleonasmo hiperbólico que es el nombre del Ministerio.

A fin de cuentas, le guste o no al excelentísimo presidente, transporte y movilidad son exactamente lo mismo y, si me apuran, transporte y movilidad sostenible también son exactamente lo mismo o, como mínimo, el objetivo es que sean lo mismo.

Por eso, lo razonable y aspiracional hubiera sido consagrar el Ministerio de Transporte Sostenible, toda una declaración de intenciones que, en cambio, se difumina cuando diferenciamos entre transporte y movilidad sostenible o peor, cuando se contraponen, pues en el fondo se insinúa que el transporte es lo de la cosas y la movilidad lo de las personas, como si las mercancías no fueran para las personas, verdad que es la que ahora, como sector, toca mostrar y enseñar a Óscar Puente, que, hay que reconocerlo, ayer ya evidenció que llega al cargo con la cojera de la movilidad de serie. Ojalá seamos capaces de traspasar su “muro” y empaparle de realidad logística.