Dicen los expertos que conviene derrochar grandes dosis de paciencia ante el nivel que han alcanzado los fletes en el transporte marítimo de contenedores y las oscuras perspectivas que todavía apuntan sobre el horizonte.
Hay quien dice, además, que los precios se han disparado de tal forma que se está limitando el desarrollo del comercio exterior ya que los cargadores se ven obligados a repercutir esos costes sobre el precio final del producto, convirtiéndolo en muy poco o nada competitivo.
Los profesionales del sector logístico, que gestionan las cargas y se encargan de buscar el mejor precio, poco pueden hacer ante una naviera que, si tienes suerte de conseguir una interlocución en forma de persona, lo más probable es que te diga algo así: “Estos son los precios. Si quieres cargar (y puedes), ya sabes. Si no quieres, difícilmente vas a poder cargar en otro lado porque estamos todos más o menos a unos niveles similares”.
Los operativos trasladan estos argumentos a los cargadores y estos, haciendo honor a su nombre, cargan sin piedad contra los transitarios, intermediarios que en definitiva muy poco pueden hacer para aliviar el llanto del exportador. Y por si todo esto no fuera suficiente, cuando consigues cargas necesitas encontrar equipo y espacio…
El mundo del shipping se ha convertido en una gincana infinita que bien nos recuerda aquellos desmadres de Humor Amarillo, que cuando pensabas que habías superado el primer obstáculo recibías un zasca tremendo en el occipital en forma de mamporrazo contundente, no letal, pero sí intimidatorio. Así deben sentirse los profesionales profesionales de nuestro sector, sin duda.
El mundo del shipping se ha convertido en una gincana infinita que bien nos recuerda aquellos desmadres de Humor Amarillo, que cuando pensabas que habías superado el primer obstáculo recibías un zasca en el occipital en forma de mamporrazo contundente, no letal, pero sí intimidatorio
Más allá de esperar a que acabe el ciclo alcista de los fletes, que los expertos pronostican para finales de este año en forma de desaceleración de la escalada y una progresiva pero lenta caída a lo largo de 2022, la situación actual nos recuerda nuevamente la importancia de la dimensión.
Evidentemente, no es lo mismo salir a negociar con una cartera de varios cientos de TEUs asegurados a la semana, que exigir precio con un contenedor semanal. No hay color. La tiranía del mercado lleva a los “pequeños” hacia un callejón sin salida en el que tampoco sirve ya de mucho la diferenciación por el buen servicio, la atención personalizada o la complicidad con el cliente.
El sector es lo suficientemente versátil como para reinventarse y crecer ante la adversidad. Gran parte de esos “pequeños” a los que me refería seguro que van a encontrar el modo de sobrevivir en un mercado tan hostil a través de nuevos acuerdos o sinergias con los más grandes que acaben por satisfacer mínimamente las expectativas. Pero otros se van a quedar en el camino. Es ley de vida.
Como decía hace unos meses, ante la volatilidad de los fletes, cada vez es más importante la negociación a largo plazo, asegurando unos máximos y minimizando las sorpresas de última hora en forma de “surcharge” porque has respirado más de la cuenta… Y ahora es cuando toca ponerse a negociar. Suerte.
Mientras tanto, por lo que toca a nuestros políticos, estaría bien que se dedicaran a estudiar fórmulas (si quieren les podemos explicar algunas) para hacer mucho más competitivo nuestro comercio exterior. Si de verdad se creen eso de que la exportación va a ser la palanca de la recuperación, conviene allanar caminos y tender puentes. Que de palos en la rueda estamos ya cansados.