Escrache, Selfie, Refugiado, Populismo, Aporofobia, Microplástico, Emoji. Siete palabras que definen cada una de ellas todo un año. Desde 2013 hasta 2019, según la Fundéu BBVA (Fundación del Español Urgente), que elige cada año, de entre los más de 250 términos a los que ha dedicado algunas de sus recomendaciones diarias sobre el uso del idioma, su palabra del año.
Seguramente, ustedes, como profesionales de la logística y el transporte, no se sientan en absoluto identificados con estas palabras ni compartan su elección. O puede que les parezca una simpleza, una banalidad, un puro pasatiempo sin mayor importancia. Pero si les digo que entre las 12 palabras que cada año compiten entre sí como finalistas para alzarse con este título se encuentran términos como electromovilidad, arancel, descarbonizar o uberización, entonces el asunto no es tan baladí. La música de estas palabras nos suena más cercana y enlaza con algunas de nuestras inquietudes como profesionales logísticos.
Lo cierto es que llevamos consumidas ya dos semanas de un 2020 que la industria del transporte marítimo veía llegar entre amenazante y prometedor, en referencia a la nueva regulación que reduce desde el 1 de enero el límite de azufre en el combustible de los buques del 3,5% al 0,5%. La Organización Marítima Internacional (OMI) y las partes interesadas del sector han llevado a cabo una intensa labor preparatoria para garantizar que la transición se realice sin problemas, aunque dada la envergadura de la medida, su cumplimiento no será sencillo en todos los casos. Como tampoco lo será establecer los controles necesarios para evaluar su cumplimiento ni fijar las sanciones previstas en caso de incumplimiento.
Mientras el transporte marítimo toma el pulso a este nuevo año y a la nueva norma medioambiental de la OMI, en lugar de tratar de adivinar lo que podría suceder en 2020, no está de más identificar las principales tendencias que han marcado a la industria marítima global en 2019. Y si hubiera que elegir una palabra que lo definiera, ésta sería “sostenible”. Y no lo dice la Fundéu, sino la propia OMI, cuyo Consejo, durante su 122º periodo de sesiones, eligió como lema marítimo mundial para 2020: “"Un transporte marítimo sostenible para un planeta sostenible".
Según la OMI, el sector del transporte marítimo, con el apoyo de su propio marco regulatorio “ya ha comenzado la transición hacia este futuro sostenible; ha adoptado y continúa desarrollando medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, reducir el contenido de azufre del fueloil de los barcos, implantar el Convenio sobre la gestión del agua de lastre, proteger las regiones polares, reducir los desechos marinos, mejorar la eficiencia del transporte marítimo mediante el intercambio electrónico de información y enfrentarse a los desafíos de la digitalización del transporte marítimo”.
El año 2020 está llamado a ser el comienzo de una década decisiva, no solo para la industria marítima, sino para la vida en el planeta. ¿Cómo será 2020? El 31 de diciembre lo sabremos. Lo que es seguro es que las tensiones geopolíticas volverán a estar en lo alto de la agenda, que los avances tecnológicos serán todavía más disruptivos, y que seguiremos llenando con palabras muchos de los huecos destinados a las acciones. Cargadas de buenas intenciones, pero palabras al fin y al cabo.