Un recurso periodístico muy utilizado por los medios de comunicación para anunciar en un titular la posible designación de una persona para un puesto o cargo, es el de colocar entre su nombre y el cargo la expresión “se perfila como”. Una forma, como otra, de reflejar que el personaje en cuestión reúne las premisas básicas para aspirar al puesto y cuya verosimilitud no se basa tanto en meras presuposiciones sino en la consulta de fuentes informadas y dignas de crédito. Y luego está el BOE, con su sello de legitimidad para dar o quitar razones.
En todo caso, las hemerotecas de los periódicos muestran personas perfiladas “como”, que jamás llegaron a perfilarse del todo, ni siquiera un poquito, aunque de ello no se volviera a hablar en la edición siguiente. Personalmente, el “se perfila como” es un recurso que estilísticamente no termina de convencerme, aunque admito que a la hora de juntar letras resulta la opción más económica. Una alternativa más fiel al espíritu de lo que se quiere comunicar sería decir “X tiene muchas opciones de ser Y” o “X es el candidato con más posibilidades de ser Y”. Simple economía de palabras e igual significado.
El caso es que más allá del “se perfila como” lo que realmente importa es el perfil del perfilado o perfilada.
Estos últimos días, mi compañero Miguel Jiménez ha publicado en este Diario sendos reportajes que bajo los títulos “Autoridades Portuarias: sillas calientes” y “Hombre, economista y político” , trazan un interesante y revelador perfil de los presidentes del sistema portuario español. Pues bien, cuando de las 28 autoridades portuarias que componen el sistema, tan sólo una, la de Pasaia, continúa vacante, emerge con fuerza el debate sobre el perfil que debe reunir la persona al frente, que en el puerto guipuzcoano es una silla especialmente “caliente”, dado su devenir en los últimos años, tal y como informaba ayer este Diario.
El perfil elegido para la presidencia ofrecerá una pista para adivinar el rumbo que tomará el Puerto de Pasaia en los próximos años: seguir luchando por potenciar su actividad comercial como puerto de interés general o fundirse con el entorno de la bahía como un puerto autonómico
Gipuzkoa entera, y especialmente su comunidad portuaria y los municipios limítrofes con Pasaia, aguardan expectantes la designación por la consejera Arantxa Tapia de la persona que ocupará la presidencia de la Autoridad Portuaria. De su perfil, más o menos político, más o menos gestor, más o menos orientado a la empresa privada o a la Administración, a la actividad portuaria y comercial, o a la vertiente urbana y de regeneración medioambiental del entorno portuario, dependerá el devenir del Puerto de Pasaia en los próximos años.
Es el momento de fijar una hoja de ruta definitiva para un puerto cuya actividad comercial languidece cada año, además de por motivos propios del mercado y de la demanda, por la falta de un proyecto de futuro bien definido y la desatención de instituciones y políticos, huérfanos de réditos electorales en una infraestructura cuyo valor estratégico se diluye cada vez más.
Su último presidente, Félix Garciandía, designado también por Tapia, tenía un perfil técnico , gestor y de empresa, pero la gestión de los recursos humanos en una entidad como la autoridad portuaria, reveló no ser la adecuada. Ahora, Nahikari Otermin, una mujer con un perfil muy diferente al de Garciandia, “se perfila como” la nueva presidenta. Sea o no la nueva presidenta, el perfil que finalmente elija Tapia ofrecerá una pista fiable para adivinar el rumbo que tomará el Puerto de Pasaia en los próximos cuatro años: seguir luchando por potenciar su actividad comercial como puerto de interés general, o fundirse con el entorno de la bahía como un puerto autonómico y renunciar a recuperar sus tráficos.