Sin entrar en consideraciones políticas, no hay duda de que para el sector logístico portuario valenciano la legislatura pasada fue ciertamente dura. El colectivo que da vida a este sector tuvo que sufrir ataques permanentes de un grupo de odiadores voluntariamente indocumentados.
Se estableció una oposición sistemática a todo lo que tuviera que ver con el puerto, aunque, doy fe, fuera, incluso, acción solidaria pura y dura. El tratar de impedir que los proyectos del puerto salieran adelante dio paso, en más ocasiones de las permisibles, al insulto directo, personalizado a veces. Lo curioso fue que esos exabruptos, basados en todo tipo de afirmaciones carentes de base, provenían en buena parte del gobierno valenciano de entonces. Ahí se instauraron dos formas de atacar al puerto. Estaban los que directamente blasfemaban contra todo lo que fuera positivo para el puerto y, por añadidura, para Valencia, y los que callaban o contestaban con irritante tibieza.
Todas estas afirmaciones nacían de su desconocimiento voluntario del mundo portuario. No les había importado nada el puerto antes de, por ejemplo, estar de moda meterse con la ampliación o la ZAL, no les importaba nada durante sus campañas difamatorias, ni les importa ahora que el puerto ya no es, de momento, su principal muñeco de pim pam pum.
El próximo martes comenzaremos a publicar en Diario del Puerto y en diariodelpuerto.com una serie de artículos de Paco Roca
En aquellos días duros y tristes, yo siempre pensaba en las gentes del sector, convencido de que no son todos, vuelvo a dar fe, bichos de varias cabezas, ni especuladores al servicio de las multinacionales depredadoras del medioambiente y el futuro. Puede que haberlos los haya, pero también me consta que hay gente que ha entregado su vida en la defensa de su puerto, su ciudad, sus raíces... como si todo les fuera en ello. Y todo, efectivamente, les ha ido en ello. Pensaba en esos profesionales del sector y, en especial, en don Francisco Roca Monzó. Todo un símbolo de lo que es entregar toda su vida a defender el porvenir de su puerto y, por supuesto, de su ciudad. Hoy, todavía, cuando ya se acerca al siglo de vida, Paco sigue al pie del cañón, o al pie del noray, con la pasión por su puerto intacta.
El próximo martes comenzaremos a publicar en Diario del Puerto y en diariodelpuerto.com una serie de artículos de Paco Roca, en los que repasa algunos episodios de su trayectoria profesional.
Puede ser que Paco Roca tenga siempre razón o puede ser que se equivoque a veces en sus planteamientos e ideas que defiende como óptimas para el Puerto, pero lo que es seguro es que todo lo hace con la vitalidad y la pasión de quien está enamorado de un sector al que, como prueba de ese amor, le está dedicando toda su larga vida, algo que tiene especial significado cuando está cerca su 94 cumpleaños y sigue trabajando con la entrega y dedicación del primer día.
La sección se titula “Mi Puerto, mi vida”. No debería hacer falta mucho más para que los odiadores de tanto como ignoran reflexionaran antes de atacar a un sector que ha generado profesionales como Paco Roca Monzó.
Repasar sus comienzos, su trayectoria, debería hacer reflexionar sobre el lado humano que hay detrás de cada puerto, sobre la vida, el trabajo, la esperanza, la desilusión, el éxito o el fracaso que encierra cada contenedor.
Quizás, como en las películas apocalípticas, deberíamos pintar en las entradas de los puertos, un rótulo con letras grandes en el que se pueda leer: “Hay vida dentro”. Puede que así nos respetaran más. O eso, o leer los artículos de personas como Paco Roca.