Menú
Suscripción

Precio = coste + beneficio... y punto

  • Última actualización
    14 diciembre 2021 16:31

Si yo fuera Ministro de Transportes, ya les digo que solucionaba los problemas del transporte de mercancías por carretera “en dos tardes”... o no, que ya sabemos que desde fuera todo se ve mucho más fácil, pero desde luego, y esa idea no me la quitaría nadie de la cabeza, lo que tendría muy claro es la aplicación de una máxima fundamental: “Que cada palo aguante su vela”.

Y ojo, no me refiero a “tonto el último” ni a la “ley de selva”. Se trata simplemente de algo tan esencial como que el transporte no es diferente a cualquier otra actividad económica y, por tanto, su precio tiene que ser siempre igual al coste más el beneficio. Y cuando decimos coste, decimos todo el coste y decimos nuestro coste y el de nadie más.

Por tanto, aquí la clave no es el beneficio, que se “nos dará por añadidura” siempre y cuando podamos, ante todo, cobrar el coste.

Que hay que cobrarlo, siempre hay que cobrarlo, le guste o no le guste a la ministra de Transportes, a los  sindicatos, a las grandes empresas distribuidoras, a las grandes patronales de empresas cargadoras, a la CEOE, al Banco de España o al ciudadano de a pie.

Y lo voy a repetir una vez más por si no ha quedado claro: el coste hay que cobrarlo, siempre, y, por supuesto, cada uno debe cobrar su coste, asumir su coste, responsabilizarse de su coste y cobrar su coste.

Para ello hay que conjugar el verbo RE-PER-CU-TIR. Les animo a ello, es un verbo precioso. Repitan conmigo: Yo repercuto / Tú repercutes / Él-Ella repercute / Nosotros repercutimos /Vosotros repercutís / Ellos repercuten. Simplemente maravilloso.

Tras este mantra, escucho removerse en sus tumbas macroeconómicas a los agoreros de la inflación, me ensordece el crepitar de las úlceras gastroduodenales de los moisés de la eficiencia y la productividad, incluso me estallan los tímpanos con las sirenas de los genetistas del trampantojo y el globo sonda... Pero es lo que hay... o lo que debería haber. Sería todo tan, tan, tan fácil...

¿Que sube el precio del gasóleo pagado directamente por el transportista? Pues el coste del gasóleo se RE-PER-CU-TE directamente en el precio del transporte. Y punto. ¿Que no le gusta al cargador? Es que no le tiene ni que gustar ni que no gustar. El cargador tiene que hacer lo mismo. RE-PER-CU-TIR el coste del gasóleo en el precio del producto en el lineal.  ¿Que vende menos? ¿Que el ciudadano de a pie se enfada? Pues que se entere de la situación real de la economía y si le gusta bien y, si no, que intente cambiarlo en las urnas o donde se pueda.

¿Que el Gobierno fija unos peajes para el transporte por carretera? Pues el coste del peaje se RE-PER-CU-TE directamente en el precio del transporte. Y punto. ¿Que no le gusta al cargador? Insisto. El cargador que lo repercuta. ¿Que el ciudadano no compra y protesta? Que el Gobierno aguante su vela.

Y así podría seguir infinitamente, incluso con el tema de la carga y descarga, porque, ojo, dicen los cargadores que si la carga y descarga la tienen que hacer ellos la cadena logística es menos eficiente y aumentan los costes. Claro, ¿verdad? En cambio, si el transportista, que se llama transportista, en vez de dedicarse a transportar se tiene que dedicar a cargar, como él se come con patatas el coste, pues eso, ojos que no ven, corazón que no siente y los transportistas que se j... oroben.

Señoras y señores. Hay que RE-PER-CU-TIR, por las buenas... o por las “malas”, es decir, mediante cláusulas automáticas, suprimiendo pactos en contrario y fijando baremos sancionadores y, sí, esto es puro intervencionismo y antiliberalismo, pero lo otro es un abuso inaceptable. Ya está bien.