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Primero acabar con la mentira

Siendo realmente importante el tema medioambiental, es una insignificancia comparado con el infinito problema que supone la mentira. Contra la degradación medioambiental parece que el ser humano está despertando poco a poco, contra la lacra de las mentiras todavía no se han activado las alarmas. Detectar mentiras y no combatirlas contundentemente está generando más daño que el coronavirus y el ébola juntos.

  • Última actualización
    06 febrero 2020 18:15

No es entendible que cuando un político, o un ser humano, miente y lo hace directa, consciente y reiteradamente, se siga construyendo sobre la mentira en vez de derrumbar al emisor. Da igual que se demuestre que los datos de contaminación del Puerto y el Aeropuerto de Barcelona difundidos por los mandatarios del ayuntamiento de esa ciudad sean falsos, da igual que quede claro que “la flora y la fauna marina desde Sagunto a Cullera” no han desaparecido y no van a desaparecer por la Ampliación Norte del Puerto de Valencia. Da igual que se les explique y demuestre una y otra vez con voz pausada, colorines y dibujitos, porque, mientras salga gratis total, seguirán mintiendo. No deberíamos dedicar ni un minuto de nuestro tiempo en tratar de otro tema mientras no solucionemos el cáncer de la mentira, que nos devora sin pausa y está detrás de la práctica totalidad de los grandes problemas de la humanidad, ya se llamen Brexit, Trump, populismo o nacionalismo. Ocurre que, como todavía seguimos pensando que no es posible tanta sinvergonzonería y tanta cara dura, de entrada, incluso los más escépticos tendemos a creernos lo que se dice o se publica, sobre todo cuando el mensaje se transmite con tanta seriedad y aplomo.

Ayer se presentó el informe, sesudo, serio, riguroso, que los técnicos de la Universidad han hecho sobre la Ampliación Norte, por encargo de Propeller Valencia, Cámara de Comercio y CEV. Todos los datos, datos no elucubraciones, están recogidos en un libro, que no se van a leer los defensores de lo suyo, y que, si se lo leen y una vez más ven demostrado el error de sus afirmaciones, no les va a impedir seguir con su cantinela. De nada valen informes, libros y derivados si no se acaba antes con la mentira.

A partir de ahí, y sólo a partir de ahí, se puede hablar de todo, pero de todo lo real. Imprescindible será concretar el daño que un proyecto puede ocasionar al medioambiente y si con las medidas correctoras adecuadas se puede minimizar o anular ese daño. Luego, partiendo de esa verdad, será totalmente lícito poner ese daño en un lado y los puestos de trabajo que cree la iniciativa en otro. Y opinar libremente. Eso respecto a las infraestructuras en fase de planificación. Sobre las ya realizadas, habrá que ver si compensa el daño que causan, una vez que ese daño es totalmente constatable en el día a día. Si se realizaron en un determinado momento en el que el precio del medioambiente estaba por los suelos y ahora está por las nubes, se podrá, incluso, por qué no, analizar si determinadas obras han de echarse atrás a corto o medio plazo. Hablamos de las bases de los sindicatos de la Copa del América y de los edificios de formación de directivos, ubicados todos en la mismísima orilla del mar valenciano. Orilla del mar donde, y en eso creo que estaremos todos de acuerdo, no debe haber nada más que playas y puertos, ¿verdad?