Con cierta preocupación tengo que anunciarles que no estoy bien, algún trastorno sacude mi cerebro y marca mis rutinas. A la que me descuido estoy viendo logística, transporte y problemas de eficiencia por todos lados. ¿A ustedes también les pasa? Si es así me dejan más tranquila, la verdad.
Les cuento. Supongo que habrán visto Breaking Bad, serie mítica para muchos, obra maestra para los más enamorados de Walter White y una más para otros -entre los que me incluyo, la verdad-. La ficción estadounidense, que comenzó a emitirse hace una década, está de actualidad porque el gigante de la distribución de contenidos audiovisuales en streaming Netflix ha decidido revivir a los personajes en una película (El Camino) que su supone que sirve como epílogo final de la serie. Pues bien, como buenos frikis que somos en mi casa, antes de ver la película recientemente estrenada estamos revisitando la serie. Capítulo a capítulo, las venturas y desventuras de este profesor de química que se transforma en cocinero de meta, traficante y asesino se van sucediendo aunque, en mi cabeza, todo se reduce a un problema de distribución del producto. Con una buena logística y entrega puerta-puerta, no habrían tenido ni la mitad de incidencias. ¿El problema? Que ni White ni Pinkman pueden contar con un buen operador logístico, fiable y con referencias... y nada, una cosa sin importancia, que son traficantes y que lo que hacen no es legal... Aún así, mi cerebro enfermo de logística no atiende a razones. Y no me hagan hablar de Narcos, Blacklist, The Wire (esa con temporada incluida en el puerto de Baltimore y sus problemas de contrabando y empleo)... Si es que al final a los delincuentes lo que más les quita el sueño no es la mercancía en sí sino el transporte y la distribución. Para que luego digan que es un sector menor que no requiere de su espacio en las administraciones públicas. Lo que hay que oír.
Y hablando de transporte, prepárense porque, según nos ha informado Fenadismer, se está difundiendo en redes sociales una acción que, bajo el nombre de “Bloquegem la Frontera”, plantea un bloqueo indefinido en la AP-7 en la Junquera a partir de la madrugada de hoy, lunes 28. La federación nacional de asociaciones de transporte de España exige, tanto al Gobierno central como al de Cataluña, que se garantice la libre circulación por dicha vía, dada la importancia estratégica que representa para la economía del país, pero la cosa está como está. Poco se puede hacer para prevenir un hecho lanzado a internet.
Lo que tenemos claro es que por la Junquera circulan diariamente más de 10.000 camiones por sentido, siendo la principal salida de las exportaciones españolas al resto de la Unión Europea. Además, la semana pasada se produjeron cortes en las vías de hasta 30 horas de duración, que se dice pronto, y más de 20.000 toneladas de mercancías, principalmente productos agrícolas, mercancía general, hidrocarburos y productos siderúrgicos y de construcción, se mueven diariamente por esta carretera. Así que, ¿qué les decimos a los clientes finales? ¿Van a tener sus pedidos a tiempo? ¿Qué hacemos con los transportistas que quieren hacer sus viajes, entregar sus contenedores y regresar a casa a estar con los suyos? ¿Qué hacemos con esas mercancías perecederas que no atienden a las motivaciones políticas y se transforman en basura mientras están retenidas en las colas?
Comprendo que las acciones de protesta deban ser contundentes pero, desde el 14 de octubre los únicos afectados por las mismas han sido los usuarios del transporte público (viajeros y mercancías). Los que mandan y sentencian están tan tranquilos. Así que lo mismo ésta no es la mejor manera de reivindicar nada.