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Prohibida la entrada a políticos

  • Última actualización
    19 septiembre 2025 05:20

En numerosas ocasiones he transmitido el mensaje, nacido de bocas ajenas o de mi mente propia, de que lo mejor que puede hacer la política, respecto a la empresa es... dejarla en paz.

Vivimos buenos tiempos, según los datos macroeconómicos, pero podrían ser mejores, tan buenos como para que esa bonanza alcanzara a la microeconomía. Y lo sería si no fuera... por determinados políticos. Repasando el panorama actual en el mundo mundial, vemos que unos han iniciado la guerra de Ucrania, otros han activado un genocidio retransmitido en directo, para mayor vergüenza del planeta. Unos han abierto una loca guerra arancelaria, otros viven en un perpetuo y grosero enfrentamiento por mantener el poder o por acceder a él como sea. Y todo lo paga la empresa, que engloba a empresario, trabajador, cliente y proveedor.

Acusó así a Salvador Navarro de estar en el mismo paquete que sus archienemigos el ministro y la delegada

Todas las empresas nacen con dos socios. Uno de ellos, la Administración, es inevitable, el otro, la banca, casi. Otro día hablaremos de la banca. La administración, pase lo que pase, desde el primer día... cobra. Poco, mucho o muchísimo, pero cobra. De todos modos, por extraño que parezca, las pegas, súplicas y trámites para montar una empresa constituyen todo un vía crucis.

Bien sabe todo empresario que, ante cualquier crisis o problema, del tamaño que sea, el arma secreta de la empresa es el buen ambiente. El ánimo del equipo. La motivación de todos y cada uno de los integrantes de la empresa, incluyendo a proveedores y clientes. En política sucede todo lo contrario. Cuanto más grande es la tragedia, mayor es el enfrentamiento. El objetivo común en la empresa es sacar adelante el negocio, juntos, por el bien de todos, mediante la poción mágica de la unidad. Del mismo modo, entre distintos partidos políticos también debería primar el objetivo común de salvaguardar el bienestar de toda la ciudadanía. Pero va a ser que no. Sus objetivos son cuatro: yo, mi, me y conmigo. Prima, ya lo ve el amigo lector cada día, a cada instante, la gresca, la absoluta falta de respeto, el enfrentamiento frontal y despiadado. En su hábitat natural, en los foros legislativos locales, autonómicos o nacionales, ya hemos perdido la esperanza de que se respire algo de paz, de concordia, de respeto entre ellos y/o a los que los mantenemos. Quizás no podemos pedir cordialidad entre gallos en una gallera. Pero fuera... cuando van de invitados, cuando tiene delante a cientos de los ciudadanos a los que sirven, eso de seguir peleándose es ciertamente inadmisible.

La Noche de la Economía Valenciana, celebrada el pasado miércoles en el flamante y majestuoso Roig Arena (con buena cartera bien si construye), el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón (sí, Mazón) se permitió, en la letra y en la música, lanzarle un dardo, puya o zasca, o como quieran llamarle, al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, a la Delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, y al presidente de la Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana, Salvador Navarro, porque se habían marchado a otros menesteres en el momento de la intervención de Mazón. Con sorna no disimulada, acusando así a Salvador Navarro de estar en el mismo paquete que sus archienemigos el ministro y la delegada, destacó que se habían ido “juntos”, cuando otras fuentes indican que, realmente, Navarro salió después.

La cuestión es que, si nuestros políticos, que tienen más motivos para callar que para hablar, han de venir a eventos a expandir su guerra y su mal ambiente, habrá que empezar a pensar en organizar estas convocatorias de exaltación del trabajo conjunto y de la resilencia... sin ellos. Algún día.