La reunión que mantuvieron el pasado viernes Pedro Coca, presidente de Propeller Valencia, acompañado por dos miembros de su Junta Directiva, Paco Salvador y Antonio Crespo, con el alcalde de Valencia, Joan Ribó, contiene una serie de relevantes matices que es necesario subrayar.
El encuentro es una de las iniciativas más destacadas de esta Asociación de Directivos y Empresarios Logísticos desde su fundación, alcanzando con él la cumbre de la esencia de lo que debe de ser este tipo de instituciones. Esa importancia se basa en el hecho de que sea alguien distinto del Puerto quien apoye al puerto, en el momento más oportuno. Es muy importante eso de sentar unos minutos al alcalde y hacer que escuche que hay otras empresas, profesionales, ciudadanos, personas humanas, a las que, por ejemplo, les parece muy bien la ZAL, esa que sus socios o casi socios de gobierno ponen a caer de un burro día sí y día también. La reunión con Propeller es una forma más que valiosa y especialmente singular de hacerles ver que el puerto es más puerto que Puerto y que la Autoridad Portuaria no está sola. La importancia de los enclaves portuarios y lo delicado de las relaciones con la ciudad y su entorno, hace que sea imprescindible que se unan esfuerzos y sensibilidades para hacer grandes o pequeñas acciones, pero multiplicadas y constantes que busquen calar al fin en las entendederas de la ciudad y sus mandatarios. El objetivo es que no olviden que el puerto es “de”, y jamás “contra” el entorno al que sirve. El tema de la ZAL ha sido especialmente delicado, como muestra máxima de esa relación tan especial y delicada. Precisamente Propeller Valencia impulsó que distintas empresas, particulares y grupos empresariales, presentaran alegaciones a la ZAL, pero para exigir que se activara cuanto antes y con la mayor envergadura posible. Poco después salió adelante la ZAL, tras 25 años de tramitación. Casualidad sin duda. Pero las casualidades hay que rondarlas y las asociaciones han de estar para eso, sobre todo: para ser cansinos hasta la extenuación con los temas que realmente importan al colectivo al que de uno u otro modo sirven. El día en que Propeller Valencia se reunía con Ribó estaba en todos los medios generalistas valencianos el tema de la ZAL y de los 230.000 metros cuadrados que se acababan de ceder a la ciudad. El encuentro con el alcalde, por tanto, no pudo ser en un momento más oportuno. Casualidad, seguro. Pero, como digo, para que las casualidades se produzcan han de rondarse. Propeller estaba meses detrás de la reunión con el alcalde, sin cejar en el empeño, para conseguirlo en el momento más oportuno. Mostrar ese día, ante la persona que probablemente más tensión haya vivido con el tema de la ZAL, el apoyo del colectivo, me parece especialmente valioso. Sobre todo, miren por dónde, si ese apoyo lo transmite, además de la Autoridad Portuaria, la parte particular del puerto, profesionales que sacan su pan de esos muelles y de esa buena gestión de la que se beneficia, también, todo el entorno. Gracias a Propeller Valencia se subrayó un mensaje claro de que detrás del Puerto está el puerto, que a veces parece que sólo exista como entelequia efímera, sin personas detrás. Alguna de ellas, incluso, con su corazoncito y todo. Yo, créanme, conozco a varias.