Sería aproximadamente el año 1973, cuando una marca de máquinas elevadoras nos invitó a un viaje a Japón de una semana para sus mejores clientes. Antes de salir observé que teníamos un día libre en Tokio. Me puse en contacto con Japan Line, cuyos armadores creía no tenían agentes en España. Les pedí si me podían recibir el día que yo tenía libre a lo que accedieron amablemente.
Una vez en Tokio, el día acordado me fui a las oficinas de Japan Line. Me recibió el CEO acompañado por tres o cuatro directivos. Fueron extraordinariamente amables conmigo. Yo les pedí la representación de su compañía para toda España. Se quedaron un poco asombrados y me indicaron que yo iba demasiado rápido... Tras una larga reunión, en la que les enseñé datos de nuestra empresa y les contesté a cuantas preguntas me hicieron, aceptaron que Roca Monzo S.A. fuera su agente para el Mediterráneo español. Yo me quedé muy satisfecho.
Pasado algún tiempo, me informaron que me enviaban un buque completo en descarga con destino Valencia. Me parece recordar que era mercancía ensacada y que esperaban una gran atención al buque por nuestra parte. Por supuesto les contesté. El buque se llamaba “Maratha Envoy” y como la descarga iba directamente a camión la Junta de Obras del Puerto nos dio el atraque en un muelle recién acabado: en el Transversal Muelle Costa. En aquel entonces era el muelle más al sur del puerto con la boca sur aún sin cerrar.
El primer día de descarga todo fue bien, pero el segundo día se entabló un fuerte viento del Sureste. Me llamaron del muelle que fuera rápido porque el capitán había parado la descarga. Efectivamente el barco estaba dando fuertes bandazos y no solamente había parado la descarga, sino que tenía las escotillas cerradas, había llamado al práctico y estaba maniobrando para salir a capear fuera. Cuando me vio en el muelle me gritó desde el puente: “This is not a safe berth!!”.
En la reunión quedó todo claro
Al día siguiente me fui temprano a Prácticos, a la caseta que tenían en el muelle de Llovera. El viento había caído y consecuentemente la mar también, pero el buque no se veía por ninguna parte. Le pedí permiso a Prácticos para utilizar su emisora. El práctico mayor don Matías Lloret y el otro de guardia me dieron toda clase de facilidades condicionadas a que la llamada tenía que indicar que procedía de Prácticos Valencia.
Comencé a llamar “Maratha Envoy, Maratha Envoy Valencia Pilots calling”... Me pasé mañana y tarde con la misma llamada, sin resultado alguno. Recuerdo que don Matías Lloret me dijo: “Roca, no se esfuerce más, esta emisora que tenemos tiene muy poco alcance...” Al siguiente día temprano el barco apareció, atracó en el mismo muelle y reanudamos la descarga. El capitán me dijo que no había oído ninguna de mis constantes llamadas del día anterior. Hicimos constar todo lo sucedido en el “statement of facts”. Siempre ocurre lo mismo, cuando más interés tienes en que todo salga bien... sale lo que sale.
No obstante, afortunadamente este incidente no afectó a nuestra agencia de Japan Line.
Hay que decir que no fue nada fácil para el Puerto de Valencia darse a conocer en el Far East.
Siendo presidente de la Cámara de Comercio don Arturo Virosque, entre los años 1995 a 2010, me llamó una tarde y me dijo si al día siguiente yo podía enseñar el puerto a una comisión de varios señores de diferentes nacionalidades que acababan de llegar a Valencia. Por supuesto le dije que sí. Traté de que me diera más datos y me dijo que no podía y que yo debía mantener una total discreción. Al día siguiente por la mañana subimos todos a un minibús preparado por la Cámara y les enseñé todo el puerto minuciosamente. Hicimos muchas paradas. Tomaron muchas fotografías y hablaron mucho entre ellos. Cuando acabamos la visita del puerto, don Arturo Virosque nos tenía preparada una comida en un restaurante cercano a la Cámara. Nada más terminar se fueron a la Cámara donde tenían una reunión importante. Don Arturo me dijo que hasta el día siguiente no me podía contar nada. Seguía el secretismo... Al fin, al día siguiente don Arturo me llamó para informarme: Valencia no tenía conexiones directas con el Far East. Nuestros comerciantes solamente podían utilizar un puerto español al norte de Valencia con el consiguiente mayor coste de transporte terrestre y unos gastos de despacho superiores. Cargadores y receptores de Valencia habían protestado ante la Far East Freight Conference, pero nunca eran atendidos. Pidieron ayuda a la Cámara de Comercio y ésta se movió al más alto nivel y pudo averiguar que la Conferencia tenía la información, mal intencionada por otro puerto, de que Valencia era un “puerto pesquero”, por lo que tenían que rehusarlo...
La Cámara organizó que todos los representes de la Conferencia, de diferentes países, que lo deseasen estaban invitados a venir a Valencia para comprobar que nuestro puerto era mucho más que un “puerto pesquero”. Don Arturo me dijo que en la larga reunión había quedado todo claro. Les había encantado el Puerto de Valencia y lo iban a incluir como “puerto comercial a todos los efectos”. Al poco tiempo los buques de la Conferencia comenzaron a escalar en Valencia y la exportación e importación del Far East se disparó.