Los dos actos de encuentro convocados por las autoridades portuarias de Valencia y Castellón reunieron al colectivo en un ambiente de diálogo y compañerismo que se tornó reivindicativo, intenso y contundente por obra y gracia del hastío generalizado ante el acoso de algunos a los proyectos portuarios. Hecho que aplaudo porque ¡ya está bien! ¿No les parece?
Las fake news y la mala baba que destilan algunos políticos y medios de comunicación, que siguen la máxima de “si la verdad no te gusta, invéntate otra”, se han convertido en parte de nuestro paisaje, de esa foto fija en la que todos vivimos y desarrollamos nuestra actividad. Ya prácticamente nada nos sorprende y eso es, quizás, lo más triste de todo. Nos estamos acostumbrando a leer y escuchar tantas tonterías...
Así que, menudo subidón escuchar a Francesc Sánchez, director de la Autoridad Portuaria de Valencia, hablando claro en Cevisama: “Valenciaport va a cumplir con la legalidad y si alguien quiere paralizar la terminal tendrá que explicar y demostrar sus argumentos” porque, ojito, “tan importante es que el proyecto de la Ampliación cumpla con todos los requisitos legales como que si alguien propone paralizarlo tiene que argumentarlo. Lo contrario es prevaricación y un incumplimiento de la legalidad”.
¿Oído cocina? Pues eso, que los interesados tomen nota y si quieren más información, que algunos comentan que no hay transparencia en el proyecto de la Ampliación Norte, que se cojan el estudio “Puerto de Valencia: La nueva terminal. Sostenibilidad, efectos socioeconómicos y necesidades”, elaborado por el Instituto de Transporte y Territorio de la Universidad Politécnica de Valencia (a cuenta de la CEV, Cámara Valencia y Propeller Valencia ¡que tiene narices que sean los privados los que vean si un proyecto así tiene sentido!). Ahí lo tienen todo explicadito, mascadito y con un lenguaje adecuado para legos en la materia. A ver si así se convencen de que los puertos han sido, son y serán instituciones al servicio de la economía y de las personas. Harán lo que les digamos. Cumplirán las normas y leyes que establezcamos porque sus decisiones se fundamentan en ser una herramienta para la sociedad y sus necesidades económicas; y Valenciaport y PortCastelló son claros ejemplos de ello.
Un muestra: Los tráficos de PortCastelló se han resentido en 2019 por las decisiones de Trump y sus aranceles a gogó y porque no se puede estar creciendo de manera tan heavy año tras año -lamentablemente-. Así que, para potenciar la llegada de nuevas cargas y esa masa crítica que tanto se necesita para que una naviera decida establecer una nueva ruta, la autoridad portuaria ha decidido aprobar nuevas rebajas en las tasas y más bonificaciones (a todas estas si es que por fin tenemos PGE).
El objetivo está claro: estar al lado de la comunidad portuaria y los exportadores. ¿Qué ingresará menos? Bueno ¿y qué? PortCastelló se debe a la sociedad, a no acarrearle gastos (de ahí la necesidad de que los puertos sean rentables), pero si ganan 5 en vez de 7 y eso hace que las empresas ganen 10 en lugar de 2... ¿No ganamos todos? Además, con buen criterio (qué listos son, madre) han presentado otra novedad: la bonificación estratégica a las terminales del 5% y a las terminales de contenedores del 10%. Que en medio de una negociación como la que se está celebrando entre MSC y la APM, donde están en juego miles de jornales, el Puerto intente ser el menor de los problemas es fundamental. Fundamental.
La decisión final la tomarán otros pero, si se van, no será porque el Puerto no haya hecho todo lo que ha estado en su mano.