Se supone que hay que respetar lo del pacto de los 100 días, pero digo yo que eso es para cuando se trata de afilar la bayoneta y apuntar a las cuestiones mollares. Yo no pretendo ahora mismo ir tan lejos, sólo se trata en este instante de algo mucho más básico.
Si queríamos ya Gobierno era, lo primero y más elemental, para acabar con la incertidumbre, sin más, es decir, un punto de inflexión, un salir el sol, un levantar sin miedo la mirada, un poquito de confianza, tranquilidad, claridad, qué quieren que les diga, un nuevo aire, inspirar... y a empezar a hacer marcha. Ya como primer logro sería todo un logro. Es que no se pedía otra cosa.
Pero digo yo, ¿tienen ustedes ahora mismo esa sensación? ¿Han notado, al menos en lo logístico, en estas primeras semanas algún cambio o evolución? ¿Amaneció ya o aquí seguimos todos sin saber si lo que tentamos es futuro o pasado, es firme o inestable, es verdadero o es falso?
En mi opinión, no sólo nada ha cambiado, sino que hemos empeorado.
Que es que resulta que ni el ministro lo tenemos seguro, aunque esté asegurado, repito, ni el ministro, ya sumido en una campaña de desprestigio desencadenada por el “Delcygate” y que ha alumbrado desde el enchufe de su guardaespaldas en Renfe Mercancías hasta sus viajes con poblada barba por el cono sur, pasando por la foto con traje de luces de “Carbonerito”, su padre, tan digna como folclórica y tirada con mala leche, pues los socios ya se sabe qué sienten por la tauromaquia.
Y de ahí, la incertidumbre en cascada, pues los rumores se multiplican en torno al relevo en el Organismo Público por antonomasia, gestor de otra caja de los truenos que parecía controlada con el Marco Estratégico y que ahora resulta desatada por la vía de la cesión de competencias, imaginen en tal caso -utilizando el léxico de Rodríguez Dapena- cómo podrían ser las emociones de “exacerbadas”. Ah, y el V Acuerdo Marco, donde estaba, en el aire, como si nada. Y la salida es una patada hacia adelante... Qué noche más larga.