El mejor colocado ahora mismo es aquel que en su día se quedó más descolocado. Pasó de lucir apostura en la septentrionalidad de Castilla la Vieja a soñar con la proyección de la política nacional para, con igual inmediatez y sin más tiempo que para obedecer el mandato de derribar monopolios (que le hicieron acreedor de una injusta y continuada fama), ser sacado de plano junto al resto de aquel ejecutivo a quien el agitado por las chuches le dio su último responso en un reservado del Arahy.
Sin posibilidad de dar un paso para atrás, la durísima legislación sobre incompatibilidades tampoco le permitió dar pasos adelante en algunos de los que deberían ser sus nichos naturales de proyección profesional.
Al final, encontró acomodo en esta modernidad de la movilidad, que es probable que haya sido sólo tierra de paso de regreso a la Castellana, urnas mediante. Veremos.