Los empresarios valencianos de AVE lo volvieron a hacer. El pasado jueves, con la agenda clara (el protagonista era el Corredor Mediterráneo y que nadie esperara otra cosa) y cero fantasía, 1.800 empresarios y representantes de la sociedad civil de toda España se congregaron para conocer y analizar el estado de las obras, tramo a tramo, del corredor.
Habrá quien piense que el evento es excesivo (es posible), una inversión innecesaria en cuanto a que los portavoces que lideran el discurso mediático durante la jornada tienen en sí mismos suficiente fuste como para que se les escuche en cualquier momento y cuando ellos quieran, pero, como siempre, el cómo se hacen las cosas, cómo se escenifican, es importante para construir el relato. Para empoderar a la infraestructura. Y es muy importante para los asistentes y, sobre todo, para los organizadores que saben qué está en juego.
Precisamente sobre este claim se construyó el título de la cita impulsada por la Asociación Valenciana de Empresarios: “Nos jugamos el futuro”. Un futuro en el que, obviamente, el Corredor Mediterráneo sigue siendo prioritario, vital para el PIB y la competitividad del país, y todas esas cosas que nosotros ya nos sabemos pero que hay que repetir para los legos en la materia.
Tanto el presidente de la entidad, como el más popular de los socios, exigieron al Gobierno de España la finalización de las obras del Corredor Mediterráneo, el avance en el diseño circular de las infraestructuras en España, completando el actual modelo radial, y estabilidad. Y ¿sabéis lo que os digo? Esto último es lo más complicado de lograr, más que licitar en tiempo y forma un nuevo tramo del Corredor y que la inflación no obligue a ralentizar el procedimiento por el ajuste de los costes... Porque durante el encuentro se habló del tren, de que es el medio más sostenible que existe, pero también de la tensión en la que se encuentra el país y de cómo la paz es un elemento clave para que las empresas localicen nuevas inversiones estratégicas en España.