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Relato de una infamia

  • Última actualización
    18 diciembre 2023 05:20

“Albert Ginjaume, detenido por tráfico de estupefacientes”. La noticia se publicaba en junio del año 2022, en la práctica totalidad de la prensa generalista. La noticia relataba que el empresario había sido detenido por la Guardia Civil, en el marco de una operación antidroga, en la que se habían incautado más de 3 toneladas de “khat” o cocaína africana, que es una planta que contiene dos psicotrópicos muy activos. La práctica totalidad de estos medios incluían en el redactado de la noticia dos cuestiones relevantes de las actividades de Ginjaume, que dirigían el relato de su personalidad y, en cierta manera, justificaban la actuación policial.

Hace dos semanas, el Juzgado de Instrucción número 4 de Barcelona archivó el expediente

La primera cuestión era su condición de agente de aduanas, de la que muchos deducían que era la evidencia de su vinculación e implicación en el caso. La segunda cuestión, en este caso mencionada y descrita de forma muy prolija por todos sin excepción, era su destitución en febrero de 2018 por el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, como Cónsul Honorario de Finlandia en Barcelona, por su presunta vinculación con el “procès”. Quiero recordar que Barcelona es la cuarta ciudad del mundo en representación consular, tan solo por detrás de Hong Kong, New York y Hamburgo, y que Albert Ginjaume había ejercido el cargo durante 19 años, e incluso era secretario general de este cuerpo consular en el momento de su destitución. Cabe destacar que la decisión del Ministerio motivó una nota de defensa de los 94 cónsules acreditados en Barcelona, sin excepción alguna.

Muy pocos medios citaban unas declaraciones del empresario, en las que manifestaba que no tenía nada que ver con este asunto y que se había limitado a presentar unas declaraciones de aduanas por cuenta de sus clientes, y que obviamente ni compraba ni vendía, ni veía, ni comerciaba nada de la mercancía. Tampoco que después de ser llevado a sede judicial, el juzgado publicó inmediatamente un auto, con el que dejó sin efecto su arresto.

Hace dos semanas, el Juzgado de Instrucción número 4 de Barcelona archivó el expediente, exonerando al empresario de todas las acusaciones, al no haber indicios de su participación en los hechos. Hasta aquí el relato de los hechos y su trascendencia pública.

Lo más relevante de esta historia es sin duda el daño reputacional irreparable para Albert Ginjaume, acompañado de una terrible sensación de indefensión. Lo que a posteriori se ha convertido en una actuación injustificada y desproporcionada de la Guardia Civil, en su momento fue amplificada por prensa generalista, que si bien cumplió con su deber de informar, contribuyó a victimizar y culpabilizar a una persona.

Las fuerzas de seguridad y la judicatura deberían tener expertos logísticos que conozcan las líneas básicas de funcionamiento de nuestra actividad. Muchos hemos vivido casos por supuesto no tan graves, pero hemos sido imputados porque hemos consignado un barco que, entre miles de contenedores, alguno transportaba droga o mercancía falsificada; hemos visto a transportistas detenidos porque, al vaciar el contenedor, había entre la mercancía bolsas de deporte con estupefacientes; y agentes de aduana y transitarios denunciados por despachar o almacenar mercancía ilícita, por cuenta de terceros.

Quisiera acabar pidiendo a los periodistas de estos medios que cierren los casos, al menos con la misma importancia con la que fueron abiertos. El derecho a la información libre es un derecho de la sociedad, pero la noticia del sobreseimiento de este caso, y por tanto la exculpación de Albert Ginjaume, ha sido publicada tan solo por un periódico digital.