Los suricatas vivimos de guardia, por eso jamás nos pillan con el paso cambiado, ni tan siquiera cuando a un ministerio se le ocurre convocar una rueda de prensa en horario de tarde con poco más de 50 minutos de margen.
Así sucedió el miércoles con Raquel Sánchez y allí estuvo telemáticamente servidor sin poder parpadear entre el ojiplatismo y el bocaaperturismo, pues tan sorprendente fue escuchar a la ex alcaldesa de Gavá defender de forma impecable las bondades de la ampliación del Aeropuerto de El Prat como, a continuación, asistir a su renuncia a un proyecto de una enorme trascendencia logística y con el pretexto de que el gobierno autonómico implicado se ha bajado de pronto del carro.
Es cierto que justo eso es lo que a veces te pide el cuerpo: ¿Que no quieren una inversión de 1.700 millones de euros? ¿Que no quieren generar 145.000 empleos nuevos? ¿Que no quieren generar riqueza y elevar el peso del aeropuerto en el PIB al 9%? ¿Que tampoco lo quieren aunque se demuestre y refuerce al máximo el respeto medioambiental? Pues sí, es verdad, ante eso a uno le entran ganas de marcarse un Sánchez, o sea: “Señores, señoras, ¡ahí se quedan!” Y portazo.
Ahora bien, algo más debemos exigir al Gobierno de España, es decir, algo más de responsabilidad, de convicción en sus principios y de defensa como país del interés general, salvo que, eso sí, en el fondo tampoco quieran la ampliación, como siempre por rédito electoral, y prefieran endiñarle todo el mochuelo a la Generalitat.