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Ser personas logísticas

  • Última actualización
    23 mayo 2025 05:20

Siempre hemos dicho que el sector logístico es droga dura, que engancha. Nos gusta observar a los que llegan de fuera sin tener idea de dónde se meten, avisarles y esperar. Eso suele darse cuando se nombra a un nuevo presidente o presidenta de autoridad portuaria, como ya se habrá dado cuenta el astuto lector. Decirles que el sector engancha, se lo he dicho a varios presidentes recién llegados, por si todavía estaban a tiempo de dosificarse la dosis de puerto en vena. A otros directivos de nuestro sector no he podido avisarles a tiempo. Cuando los he conocido ya estaban enganchados.

Yonquis del contenedor los hay por todas partes, y, como dice Bucanera, si no conoces a ninguno es que eres tú. En el día a día su mente está llena de “tenders”, tiempos de tránsito, tarifas, datos de la competencia, estadísticas, fechas de la próxima reunión de su club o asociación... En su tiempo libre, cuando viajan con la familia, están pendientes de la marca de los contenedores del tren que se cruza, de qué empresa es el camión que adelantan, si son clientes o proveedores, si nos deben dinero o nos queda algo por pagarles. Si el movimiento es por avión, escudriñan el aeropuerto para ver qué está cargando qué compañía. Si se viaja en barco es todavía peor. Ni moviéndose en el crucero más lujoso dejarán de fijarse en el portacontenedores que se vislumbra en lontananza.

Puede ser que la sociedad no dé al sector logístico la extrema importancia que tiene. Pero también es cierto que muchos profesionales exageran ante lo crucial que es su trabajo, su empresa, su gremio, su asociación, su sector.

Esa distorsión de la importancia de la profesión logística genera, en ocasiones, “workalcoholics”. Nada en contra de estos señores, salvo cuando presumen, con cierta edad, de lo mucho que trabajan.

A la hora de la pronta o tardía jubilación, voluntaria o forzosa, si hemos puesto todo en el trabajo, no tendremos nada sin él

Eso de trabajar mucho solo puede tener justificación si se está empezando un proyecto o si se está luchando contra una crisis. Si no se cumplen algunos de estos requisitos y se trabaja muchísimo a cierta edad es... por ambición desmedida o por vicio. Nada en contra, siempre que no se meta en el mismo saco a quien tiene un motivo concreto para partirse el lomo profesionalmente hablando y quien lo hace porque está muy a gusto o, sencillamente, para no estar en casa.

Por mucho que hayamos advertido del fenómeno en otras ocasiones, sigo arrejuntándome con gentes logísticas que siguen creyendo que su trabajo es el que hace que el globo terráqueo siga girando. Volcarse con la profesión de uno es muy santo y muy sabio, pero... cuidado... de vez en cuanto hay que levantar la cabeza de la mesa, mirar alrededor, relativizar, ver compañeros, hijos, pareja, ocio... y acordarnos y no olvidar nunca aquello de que la vida se va, cada vez más deprisa.

Saber si exageramos o no en cuanto a la importancia que nos damos por ser logísticos se calibra en los funerales. Que la inmensa mayoría de los presentes sean del sector... está muy bien, siempre que no falten los amigos, familiares, paisanos... y todas esas personas que no saben qué es un contenedor.

Apostarlo todo a una profesión es peligroso, porque a la hora de la pronta o tardía jubilación, voluntaria o forzosa, si hemos puesto todo en el trabajo, no tendremos nada sin él.

Es recomendable ser personas y luego logístico. El trato con otros humanos será más justo y placentero y así, cuando algún día dejemos de ser logísticos, seguiremos siendo personas. Solo se requiere no haber dejado de serlo nunca.