No hay más que leer Diario del Puerto para darse cuenta de lo que es realmente este sector. Miles de profesionales trabajando intensamente en mantener la excelente salud global (en general) de las empresas logísticas y, a la vez, invirtiendo tiempo, recursos y mucha imaginación en posicionarse para el futuro.
Y todo ello sometiéndose a los criterios de autoexigencia que rigen las empresas más vanguardistas del mundo mundial. Las medidas medioambientales más innovadoras, la constante búsqueda de la productividad y optimización del servicio y la creación de puestos de trabajo de calidad es una obsesión muy acentuada en este sector logístico tan atacado. Siempre han existidos roces de convivencia entre puertos y ciudades, en un marco de concordia predominante y generalizada. Ahora es otra cosa. Detrás de las últimas campañas furibundas e indocumentadas no está el tradicional recelo de los políticos ante algo tan desconocido para ellos como los puertos. Es algo más. Es animadversión a la chaqueta y la corbata. La lucha por la igualdad es algo realmente defendible, muy santo y muy sabio, salvo cuando intentan igualarnos a todos en la parte baja. Habrá que explicar, también, que el traje y la corbata son incómodos, un incordio total y que lo llevamos, cuando lo llevamos, cada vez menos por suerte, como un uniforme de trabajo, como el mono del electricista.Yo nunca he vestido más emperifollado que cuando trabajaba de camarero. El traje no es siempre sinónimo de ser muy ricos y mucho rico. Créanme.
Volverá la calma a la logística y a los puertos. Seguirán estos políticos u otros. Habrá nuevas discrepancias entre el transporte de mercancías y las autoridades, aunque esperemos que nunca más con la intensidad de las que estamos viviendo. En todo caso, en cualquier caso, nuestra varita mágica ha de seguir siendo la misma: que nos pillen trabajando. Que la actividad de las empresas, los profesionales, las asociaciones empresariales, los logísticos en general, no se detenga ni un instante. En política el hoy es lo único, porque mañana estarán o no, y lo saben. En logística el presente es relativo, casi nada, porque siempre tenemos la vista puesta en el futuro.Las inversiones, las ampliaciones, los accesos, cualquier proyecto, requiere de una visión a largo plazo que nos hace emular a los camaleones y tener un ojo en el horizonte y otro en la mesa de trabajo. Cuando se corre la placa de inauguración de una infraestructura están allí nuestros queridos políticos. Los mismos que, ejemplos hay, han hecho todo por impedirla. No los vimos cuando se visitó en el otro rincón del mundo a esta o aquella naviera para que vinieran a este o aquel puerto, a hacer, con las escalas de sus barcos, más competitivo a todo el tejido industrial de la zona de influencia del puerto.No nos calentemos más de la cuenta. Desde estas páginas hemos contribuido a concienciar a las asociaciones sindicales (a casi todas) y empresariales (a todas) de nuestro sector. Esa concienciación se ha convertido en un muro de contención y contestación tan valioso como digno de análisis. Con eso, con la unidad del sector, la autoexigencia máxima medioambiental y de progreso de nuestro colectivo, todo lo demás se irá consiguiendo. Por el bien de todos. Hemos de seguir trabajando en los muelles, en los despachos, en las carreteras, contra vientos y mareas, los reales y los que se inventan, hasta que acaben de darse cuenta de que este país, en el futuro, será logístico o no será.
Las medidas medioambientales más innovadoras, la constante búsqueda de la productividad y optimización del servicio y la creación de puestos de trabajo de calidad es una obsesión muy acentuada en este sector logístico tan atacado