En mi proyectado cementerio de los lugares comunes postvacacionales, habría que erigir panteones enteros donde enterrar no solo los efluvios que nos genera el parón veraniego que dejamos atrás, sino también el fervor que suscita el volver a empezar.
Podríamos así forrar interminables paredes de nichos donde introducir esa sarta de respuestas provocadas por los preguntones del “¿Qué tal las vacaciones?”, merecedores de esa ya más que recurrente y poliédrica réplica del “Bien... ¿o quieres que te las cuente?”
Y aunque nunca faltan cuñados que optan por la segunda opción, la mayoría nos escurrimos sinuosos por el tópico de “cortas” y “olvidadas”, aunque siempre hay quien insiste y repregunta traicioneramente con ese ponzoñoso “pero, ¿has descansado?” o el aún más astifino “pero, ¿has podido desconectar?”, que te lleva inmediatamente al debate de si las pilas se han “cargado”, se han “recargado” o se han “descargado”, porque lo cierto es que para todo se necesita pilas, incluso para dormir.
¿Qué pasa si llega 2026 y de nuevo nos quedamos sin “instrumento”?
Ahora bien, en este fúnebre recorrido no debería haber perdón tampoco para quienes saltan con regocijo a la segunda fase de la conversión y te sueltan eso de “Y qué, ¿cómo se presenta el nuevo curso?”, pregunta ante la que la respuesta debería ser exactamente la misma de antes, es decir, “bien... ¿o quieres que te lo cuente?”, aunque lo políticamente correcto es seguir escurriendo el bulto con eso tan socorrido del “como siempre”, sin olvidar teñirlo un poquito con lo de la “depresión postvacacional”, acompañado de una sonora carcajada para que parezca que lo decimos porque lo dice todo el mundo pero líbreme Dios de tener la más mínima sombra de decaimiento por tener que trabajar, y a partir de ahí, ya saben, “con muchos proyectos por delante”, “tú ya sabes que no paramos” y, para remate, sueltas un “a ver qué pasa” o “a ver cómo se presentan los próximos meses”... y a la marcha.
Claro que siempre hay cuñados que les preguntas lo del nuevo curso y van y... responden. Sí, servidor es uno de ellos: qué le vamos a hacer, nos pagan por ello, “es mi trabajo”, “y que no falte”, “eso, que no falte”... y así podríamos igualmente rellenar una docena de subidas y bajadas en el ascensor durante una docena de semanas.
En fin, que dicho todo lo cual, sí, lo siento, les voy a contar cómo se presenta el nuevo curso. Bueno, venga, sólo un poco, hagamos apenas un esbozo o, mejor dicho, démosle a este lienzo una simple pincelada, suficientemente representativa y con un poquito de chicha.
Tomemos como punto de partida las últimas declaraciones del presidente del Gobierno sobre los Presupuestos.
Dijo el lunes Pedro Sánchez en su entrevista en Televisión Española que su intención es presentar Proyecto de Presupuestos para 2026, pero que no nos olvidemos de que los Presupuestos “son un instrumento, no un fin en sí mismo”.
De acuerdo presidente, pero, ¿qué pasa si llega 2026 y por tercer año consecutivo no tenemos nuevos Presupuestos, qué pasa si nos quedamos sin “instrumento”? ¿Acaso todo va a seguir igual? No, bajo ningún concepto nos podemos seguir quedando igual. Si no tenemos el instrumento de los Presupuestos, señor presidente, usted debe necesariamente habilitar OTROS instrumentos normativos, legislativos o del carácter que sea, pero no podemos estar por tercer año consecutivo sin actualizar las tasas portuarias, no podemos estar por tercer año sin poder aprobar las urgentes ayudas a la renovación de flotas en el transporte por carretera o, por seguir poniendo ejemplos, no podemos dejar que mueran los incentivos al ferrocarril de mercancías. De una u otra manera el sector logístico necesita “instrumentos” para seguir avanzando. “Y si no los hay, ¿qué pasa?” “Nada... ¿o quiere que se lo cuente?”