Tiene Diario del Puerto la vocación de acompañar al sector allá donde se reúne y, lo más importante, trasladar sus mensajes esenciales en cada uno de esos encuentros.
Sin duda, el paradigma son las ferias y, sobre todo, aquellas especializadas en industrias concretas, donde los operadores logísticos difunden sus soluciones y promocionan sus servicios.
En esta voraz lucha por el mercado, hay un esfuerzo inusitado, plenamente justificado, por establecer una diferenciación clara con la competencia desde ámbitos tan esenciales como la calidad del servicio, el precio, la innovación, la sostenibilidad, la atención al cliente, la agilidad, la proactividad y toda una serie de baremos que permiten elegir.
Ahora bien, lejos del día a día y del mazo dando de la plasmación cotidiana de todo lo que podríamos englobar bajo la palabra servicio, cuando nos situamos en el dios rogando, es decir, cuando nos instalamos en la teoría y uno tiene que explicar lo que hace, cuando hay que sintetizarlo, cuando hay que verbalizarlo más allá de un eslogan publicitario pero redundando en la convicción, uno tiene la sensación de que toda esa gama de diferenciación competitiva que enarbolan las empresas y que se trasluce en el posicionamiento de cada cual en el mercado (el algodón no engaña) se difumina y, mientras se emborronan las fronteras, unos y otros vemos que repiten los mismos mensajes, escuchamos que se encastillan en las mismas piedras angulares y publicamos cómo pivotan en los mismos lugares de tan comunes que uno tiene la percepción de que alguien puede pensar que todos son exactamente iguales.
Al final todo se entiende mucho mejor cuando huimos de lo filosófico y bajamos al terreno de lo práctico y lo concreto
Todos son aliados estratégicos, todos son líderes, todos son fundamentales, todos prestan un servicio personalizado, todos son sostenibles, todos son innovadores... Todos suenan a lo mismo aunque sean distintos y ni siquiera desde el periodismo somos capaces de encontrarle la chispa del distingo ante la reiteración de tanto tópico logístico.
Por entonar el mea culpa, puede que desde el ámbito que represento sobreexijamos a los portavoces sectoriales que se autodefinan, pues, ante un nivel tal de madurez del mercado, es mejor volcarse en lo verbos y dejarse de sustantivos, es mejor dejarse de tanto decir y volcarse en el hacer. “Obras son amores...”
Ahora bien, esto del capitalismo es mucho más que trabajar, pues antes que nada se trata de vender y aquí, qué quieren que les diga, estamos en un nivel del discurso plano, hasta vulgar, tal vez por el esfuerzo de empresas, directivos y departamentos de querer centrar el mensaje y los titulares en lo filosófico, en los conceptos, en los valores, cuando al final todo se entiende mejor cuando bajamos a lo práctico, a lo concreto.
¿Es mejor que todos repitamos que somos un aliado estratégico o hacer que nos titulen por nuestra posición, por ejemplo en el índice de conectividad global? ¿Seguiremos dando el rollo de la sostenibilidad y la innovación o es mejor vender tu dato concreto de ahorro en CO2 y el grado de eficiencia de tu nueva solución de digitalización?
Números, estadísticas, ratios, porcentajes, soluciones y herramientas concretas, índices de calidad, encuestas... Es preferible emplear un minuto más en toda esta catarata de diferenciación que seguir aburriendo al personal con el brochazo de los lugares comunes.