¿Qué le pasa al mundo? ¿Estamos todos locos o qué? Pongo la radio a primera hora y escucho la triste noticia de la confirmación de la autocensura gráfica de algunos autollamados tótems del periodismo americano por no dejar de ingresar dólares.
Aquellos que nos dieron lecciones de lo que era el periodismo, claudican ante las presiones de los lobbys. Aquellos que lideraron la búsqueda de la verdad, el derecho del ciudadano a conocer lo que está haciendo el poder con sus impuestos, que destaparon crímenes de guerra, crímenes de estado... renuncian a sus viñetas satíricas porque... se están enfadando los lobbys -y las redes-. Luego, en unos años, volveremos a ver viñetas críticas y nos vendremos arriba pensando en lo mucho que hemos ganado... No querremos recordar lo mucho que hemos perdido hoy.
Mientras, a este lado del Atlántico, mi tristeza periodística se va por otros derroteros: por el lado de los medios de comunicación que son llamados al orden -qué lástima tener que llegar ahí, qué bochorno- por generar informaciones poco veraces.
Hay medios de comunicación generalistas que hace semanas que están abriendo páginas -incluso dobles páginas- con asuntos portuarios. Qué alegría pensarán, pues no crean. Hemos tenido de todo, desde los que recogen las informaciones generadas por los agentes de manera objetiva, a titulares más o menos alarmistas (desde que los cruceros son lo peor del mundo, obras que se deberían detener por no contar con permisos, etc.) a los que son capciosos e imprecisos porque sí.
Está claro que esto no es la primera vez que sucede, y ya les digo yo que se repetirá, pero la pregunta es ¿por qué ahora? ¿A quién le interesa todo este mal rollo alrededor de un ente productivo de primer orden como es el puerto de Valencia y su comunidad portuaria? Porque espero, de verdad, que haya un porqué detrás de esta campaña de desprestigio sectorial... Si fuera una cosa arbitraria y sinsentido me sentaría fatal; casi espero que haya un motivo oculto, económico espero (ya puestos a elucubrar que sea algo sensacional con grandes inversores vengándose de otros y tal... algo que guionizado dé para una película de sobremesa ¿Se imaginan? El The Wire valenciano) o un odio visceral a alguien... porque así, por lo menos, habría una razón.
Fíjense si las informaciones son marcianas que el viernes tuvo que ser el presidente de la Autoridad Portuaria de Valencia, Aurelio Martínez, el que tuvo que insistir en algo básico: Ojo, la Ampliación Norte del puerto de Valencia ya está hecha. No se pueden pedir permisos para hacer algo que ya está hecho. De verdad, si quieren/necesitan estar vigilantes de que el Puerto cumpla con todas las leyes que lo hagan, OK, adelante, pero que lo hagan en cosas que estén por hacer ¿no?
El domingo el conseller de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad, Arcadi España, que visitaba por primera vez el enclave, tuvo que recordar (buff es agotador) que el Puerto de Valencia “es patrimonio de todos los valencianos y valencianas ya representa una actividad económica de primera magnitud que genera más de 40.000 puestos de trabajo” y que, por ese motivo, “hay que sacar al Puerto del terreno de la polémica y los debates estériles y evitar dar argumentos a la competencia”.
¿De verdad hay que repetir lo que es el Puerto y lo que significa para la economía valenciana y española? ¿De verdad hay que recordar que la competencia es mucha y muy válida en el Mediterráneo? Madre mía... como si no fuera suficiente la negociación de las vacaciones para alejar a las navieras...