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TRAMPOLINES Y CEMENTERIOS

Este Suricata se remueve estos días en su madriguera al son de las dimisiones de esos presidentes de autoridades portuarias que acuden prestos a engrosar las listas electorales de la ristra de comicios que se avecinan.

  • Última actualización
    23 abril 2019 15:05

Si oteamos más allá de los cantiles, el asunto se antoja pueril. Tenemos la política repleta de seleccionadores nacionales de baloncesto, medallistas olímpicos, periodistas, astronautas, actores o expresidentes de la Coca-Cola, por lo que un puñado razonable de presidentes de autoridades portuarias se antoja una cuota hasta necesaria y exigible. Faltaría más. Viva la diversidad.

Claro que, no nos consta que Pedro Duque soñara con ser ministro de camino al espacio, o que cuando Pepu Hernández gritó lo de “ba-lon-ces-to” su ambición fuera ser alcalde, o incluso que Toni Cantó invirtiera sus “sietes vidas” para ser presidente de la Generalitat Valenciana.

En cambio, sí es obvio para este Suricata que, de forma habitual, los organismos portuarios, en toda su variada extensión, se cruzan en el camino o bien para ser utilizados como un trampolín rumbo a aspiraciones más altas o bien como parada y fonda hasta que llega un nuevo tren más interesante.

Habrá que consolarse recordando que, para los que están de vuelta de todo y ya saborearon las mieles de las cimas electorales, los puertos son a veces también un cementerio de elefantes. El tema es que la puerta siga girando.