En una semana en la que nuestros puertos siguieron demostrando que las inversiones privadas llegan porque la competitividad portuaria española se pelea donde haga falta, incluyendo las nuevas oportunidades como la eólica flotante o los mercados complejos como Estados Unidos (con los que seguimos manteniendo los intercambios comerciales, incrementándose en algunos casos, aunque su presidente arremeta contra nuestra economía cual matón que se quiere salir con la suya), el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, se reunió con su homólogo turco, Abdulkadir Uraloğlu, en Estambul para abordar “asuntos de interés en el ámbito del transporte”. Turquía lleva años en el radar de muchas de las empresas españolas con planes de expansión y consolidación internacional. ¿El problema? Pues que las circunstancias de incertidumbre global no ayudan a confirmar inversiones en ocasiones demasiado cuantiosas como para decir aquello de “lo hacemos y a ver qué pasa”.
En este contexto, que la voluntad de fortalecer la cooperación entre España y Turquía esté clara y que el Gobierno lo confirme con el viaje de un ministro en permiso de paternidad que prioriza a dónde ir y por qué invertir un tiempo que resta a su conciliación, es bien.
Impulsar servicios marítimos y logísticos competitivos con Turquía es ya una necesidad estratégica
La reunión fue la primera presencial entre ambos ministros y sirvió, sobre todo (no nos vamos a engañar), para hablar del desarrollo de proyectos de infraestructura de transporte en Turquía, especialmente en materia ferroviaria y trenes de alta velocidad, en los que participan empresas españolas, pero también se pusieron encima de la mesa posibles mejoras en la conectividad aérea y marítima impulsadas por los gobiernos. Y con eso me quedo.
Turquía es un país estratégicamente importante para España en el ámbito del transporte y la logística porque sirve como puente entre Europa, Asia y Oriente Medio. Hablamos de rutas marítimas (existe un flujo constante de mercancías entre puertos turcos y españoles -como por ejemplo Valencia, Algeciras, Barcelona o Castellón-), pero también del acceso a mercados asiáticos y del Cáucaso a través de rutas terrestres y ferroviarias.
Además, debido a los conflictos internacionales que han impactado en estabilidad de las rutas tradicionales, Turquía se ha ido consolidando como una alternativa logística estratégica para las cadenas de suministro europeas aportando diversidad de proveedores y rutas y hasta una cierta oportunidad de relocalización de parte de la producción (nearshoring).
El comercio bilateral entre España y Turquía ha aumentado considerablemente y el país otomano es ya el sexto socio comercial de España fuera de la UE. Exportamos maquinaria, productos químicos y automóviles, e importamos textiles, productos electrónicos y componentes industriales, así que es un mercado de gran interés para nuestra cadena logística. Por eso, cada vez son más las empresas del sector las que abren casas en Turquía. Porque no hay nada mejor que estar y que no te lo tengan que contar. Así, de primeras, recuerdo los proyectos y servicios en Turquía de Grupo Raminatrans, TIBA (Grupo Romeu), JSV, Cotransa Group, Grupo Moldtrans, CST Grupo... pero seguro que hay más.
En definitiva, lo que venía a decir, es que impulsar servicios marítimos y logísticos competitivos con este mercado es ya una necesidad estratégica; y que el Gobierno esté centrado en apoyar a las empresas, es de destacar. Veremos si se va concretando en algo más. Por el momento, tenemos a nuestros operadores que sí que tienen los deberes hechos.