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Un buen equipo de abogados

  • Última actualización
    01 marzo 2024 05:20

La cuestión medioambiental vuelve a ser la madre del cordero en nuestro querido sector. Además, según parece, quien establece qué es medioambientalmente sostenible o no, no lo determina un técnico, sino un político o ... un abogado. Si ponemos mil ingenieros en un lado de la balanza, con todas las normas habidas y por haber controladas, respetadas, salvaguardadas... y en el otro un abogado bien pagado, sin otro objetivo que poner pegas, el resultado es impredecible. No podemos tener ninguna seguridad de que todas las matemáticas, los cálculos y las realidades a favor del progreso y el medioambiente van a tener más peso que el criterio retorcido del abogado, fiscal o juez de turno. Cada día, cada legislador, cada abogado o cada juez, en cada lugar del planeta, en según qué momento, puede indicar una cosa y su contraria. Tan ricamente. Concluimos, por tanto, que es mejor contar con abogados que con ingenieros.

Se quitan las ganas de meterse en, por ejemplo, un proyecto portuario, cuando parece claro que nos lo puede parar cualquier picapleitos ocioso. Cómo trazar un plan estratégico a diez o quince años, como se hacía antes, si no sabemos si mañana nos van a dejar poner en marcha esta o aquella infraestructura.

Seas quien seas corres dos riesgos tremendos: que te traicionen y que, además, los tuyos te den la espalda

Todos estamos de acuerdo en defender el medioambiente, pero por encima de cualquier otra consideración, hemos de tener muy claro que el medioambiente es un concepto mundial. Si los controles para mi fruta no existen para la tuya, o si tus barcos pueden trabajar allí pero no aquí, y tu ampliación es buena en África pero no en Algeciras... estamos haciendo el imbécil. Mucho.

Cada vez tengo más claro que, con todo esto, eso de coger un cargo de responsabilidad, la presidencia de un puerto o un ministerio, por poner algún ejemplo, no vale la pena. No se trata de que su trabajo esté lleno de trampas, impedimentos, obstáculos y derivados. Es que además... todo es responsabilidad suya. Lo que hagan y lo que no hagan, él y sus hombres y mujeres de confianza.

A poco que el cargo tenga cierta envergadura, tocará nombrar a varios cargos complementarios, decenas, cientos incluso. Yo no sé el amigo lector, pero yo, conocer, conocer, lo que se dice conocer a fondo, no conozco a tanta gente. El último que puso la mano en el fuego por otro creo que fue el Capitán Garfio. Aun así, a veces se produce la necesidad ineludible de tener que nombrar a un buen número de cargos subordinados, de golpe, de hoy para hoy. Confiar en que todos sean intachables es, básicamente, mucho confiar. Seas quien seas corres dos riesgos tremendos: que te traicionen y que, además, los tuyos te den la espalda. Y digo seas quien seas porque, según parece, hasta Jesucristo tuvo su Judas y, cuando vinieron mal dadas, los suyos renegaron de Él hasta tres veces.

Depender del voluble criterio de abogados y jueces, estar sometidos a la duda de no saber si a tus planes de futuro alguien les inventará una contraindicación medioambiental con o sin fundamento, ser responsable de cualquier problema, tuyo o de tu equipo... Con todo esto, no se hace recomendable coger un cargo de responsabilidad, si no tienes, antes, a un muy buen equipo de abogados a tu lado.