La vida desde lo alto de un puente en el Paseo de la Castellana de Madrid puede parecer un lunes al sol si la comparamos con hacer de vigía frente a todo cubil suricateño de la amenazante sabana.
Ahora bien, no es nada aconsejable la sensación de ver cómo decenas de vehículos pasan a tus espaldas y bajo tus pies a un centenar de kilómetros/hora mientras el suelo tiembla y el vacío, por el vértigo, se acrecienta.
Se cree el Gobierno que a los transportistas, a cuyo paso en marcha lenta aguardaba el miércoles servidor, les va entrar ahora ese vértigo a dos días del paro, de ahí el errático proceder gubernamental y el presunto juego psicológico de propuestas, de ausencias y asistencias y de reuniones aleatorias. Ahora bien, el vértigo estaba en el momento de la convocatoria, pero a partir de ahí, una vez lanzados al vacío, este Gobierno sigue sin enterarse de que el sector va a muerte y que ya no tiene freno... hasta que no consiga sus objetivos... hoy o a partir del lunes.