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Y ahora qué

La tontuna humana necesita, como los ratoncitos, algo que roer. Si no lo tiene, roerá lo que se encuentre a su paso. Lo que está en juego es su propia supervivencia, porque si no desgastan su voracidad roedora, se acaban matando a sí mismos, por el imparable crecimiento de sus dientes.

  • Última actualización
    27 febrero 2020 12:24

Por todo esto, que es ciertamente cierto, Aurelio Martínez les ha hecho un flaco favor a los amantes del roe roe, que es lo mismo, en este caso, que el jode jode. Se han quedado sin el hueso, entretenimiento, rueda de hámster o como le quieran llamar, que tenían algunos políticos y periodistas con eso del canal de entrada y la prolongación del dique de abrigo. Hace semanas que lo adelantamos en Diario del Puerto, pero la oficialización se dio a conocer hace unos días. Fue algo así como “si de lo que se trata es del canal de entrada y el dique alargado, pues no lo hacemos. Pero… dejad de joder.” 

Buen intento, pero no. El roer no tiene enmienda. Y si le quitas el hueso irá a por los zapatos, las patas de la mesa o las tuyas. Y es que el tema de fondo no era el canal o el dique, ni siquiera la nueva terminal de MSC. La cuestión es que se les ha ocurrido que el puerto ha de ser mucho más pequeño. Esa es la cosa. Como si uno pudiera determinar el tamaño exacto de su empresa de espaldas al mercado. Las empresas, como los puertos, en las más de las veces, para sobrevivir, han de adaptarse a las normas de juego que marca el mercado. Los puertos lo tienen más que claro. Un puerto pequeño es un puerto condenado languidecer o desaparecer. Y ahora, cuando se les ha quitado el paño que escondía el engaño, empiezan a reconocer que en realidad de lo que se trata es de eso, de que no quieren que haya Puerto. Ninguna otra cosa les calmará, lo tengo claro, salvo la desaparición del Puerto. 

Pero entonces… ¿Qué usarán para atender a esa necesidad vital de salir en los periódicos? ¿Qué sería lo próximo que roerán? Ahora andan distraídos con eso de la gripe rara. De momento les vale. Miedo me da cuando remita la crisis vírica, se encuentre una vacuna o pase de moda el tema. Volverán a por nosotros, con los dientes más afilados. Y ya no tendremos dragado ni dique que echarle a la boca. 

Con este tema y con otros, la semana no ha tenido desperdicio. Hemos vuelto a recoger nuevos datos de los crecientes infectados por el dañino virus, la mentira, que amenaza con roerlo todo. Ya hemos renunciado a eliminarlo totalmente. Ahora se trata de aislarlo y que, al menos, no ataque a organismos sanos. Hay que retroceder y poner la barrera un poco más atrás, pero defenderla con mucha más fuerza. Que cada cual diga las “tontás” que quiera, pero en temas de salud, de medioambiente o de progreso general, no deberíamos permitir ni media inexactitud. Los remedios que mejor funcionan siguen siendo mascarillas, higiene y aislamiento. Mascarillas para dejar mudos a los falsos o embusteros, reflexión individual para limpiarnos de cualquier contacto con la demagogia, y aislamiento para los que faltan a la verdad y el respeto.Vigilen el virus de la mentira y a sus propagadores voluntarios. Ese, ese sí que hace daño.