Son los galgos que huelen la liebre a punto de desasirse de sus correas.
Son los caballos que bufan en los cajones a punto de que se dé la salida.
Son los cabestros que agitan la testuz a punto de que se lance el chupinazo.
Son los corredores de la maratón que se clavan sus codos en los hígados a punto de escuchar el disparo que los lance rumbo al Olimpo.
Son los fans con las mandíbulas chasqueantes y amontonados en las vallas a punto de que se abran las puertas para alcanzar la primera fila junto al escenario.
Son las abuelas aplastadas contra las cristaleras que afilan sus suelas a punto de asaltar los anaqueles y arrasar en las rebajas.
Y es el sector logístico que, tras 20 meses de pandemia, estallará desbocado la próxima semana en un octubre de retorno oficial a la presencialidad, con decenas de congresos y actos simultáneos, en un atracón tan desesperado como justificado
“¡¡Y... allá van!!! Y allá vamos...” en pos de la normalidad.