Mi parabólica suricateña sorprendió esta semana a un grupete de prestigiosos prohombres del ámbito del transporte por carretera lamentando el complejo del empresariado carreteril, cuyas asociaciones en época de conflicto, decían, actúan como auténticos sindicatos y tratan a sus clientes como los verdaderos patronos, como demostraría el utilizar como arma lo que técnicamente es un paro patronal y en esencia cobraría la forma de una aparente huelga sindical.
Lo que quieren ignorar quienes, al escuchar esta reflexión, registraron en mi parábolica sonoras carcajadas de confirmación de esa supuesta obviedad, es que si las patronales de transporte actúan como sindicatos y tratan a los cargadores como patronos es sencillamente porque los cargadores no actúan como clientes ante los transportistas ni mucho menos les tratan como se trata a los auténticos proveedores, sino que los cargadores, en muchas ocasiones, tratan a los transportistas como curritos, como sus asalariados, como el patrón que manda porque paga y como paga fija las reglas y como fija las reglas al que no le gusten, pues eso, puerta, que ya vendrá otro, que sobran transportistas.
En cualquier caso, lo único obvio ante esta realidad es que las relaciones en este sector siguen, como ven, profundamente alteradas, distorsionadas y, lo que es peor, sumamente viciadas, aún más si cabe desde el punto de vista institucional. Son ya varias décadas de un conflicto larvado que no puede cerrarse por enésima vez en falso.
