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Relevos, otra vez

A nadie debería extrañar a estas alturas que el nombramiento de un cargo público se convierta en un mercadeo interminable de favores políticos para conseguir un extraño equilibrio de fuerzas  políticas y egos.

  • Última actualización
    19 febrero 2020 17:16

Al margen de la incomodidad, los papeleos, las demoras, las incertidumbres y, por qué no decirlo, los gastos adicionales que supone cada cese/nombramiento, cuando nos enfrentamos a un relevo institucional no puedo dejar de pensar en lo poco, o muy poco, que importan los intereses del sector afectado. O eso, o es que se considera que la presidencia de un organismo público, como puede ser el caso de Puertos del Estado, no es más que una lanzadera para dar un salto más alto hacia otros  ámbitos o una plataforma en la que aterrizar como pago a los servicios prestados a la causa durante un periodo determinado.

Esa sensación puede multiplicarse cuando los que llegan poco o nada tienen que ver con el sector al que representan o cuando transmiten la ignorancia lógica de quien desconoce profundamente a la realidad de un colectivo especialmente complejo.

Evidentemente, en la mayor parte de los casos hablamos de profesionales con capacidad de aprendizaje y experiencia como para empaparse de una realidad ajena... pero entre que llegan, se ponen, se enteran... se nos escapan los meses entre los dedos de las manos.

Y luego, cuando parece que al final llega a ese cargo alguien que sabe de qué va el asunto, que empatiza y además ha conseguido las simpatías de la mayoría (cosa difícil), va y nos lo quieren quitar.

Afortunadamente, y puede que sea uno de los motivos de la trivialización de los cargos públicos, el resto del sector sigue trabajando y tirando del carro, sorteando las trabas del mercado, del comercio internacional y la coyuntura socioeconómica, y las que nuestros políticos se empeñan en distribuir a lo largo del camino.

El discurso es viejo. Incluso creo recordar que en más de una ocasión he hablado de esto mismo (con motivo de algún que otro relevo, claro), pero el argumento sigue plenamente vigente y es perfectamente válido a día de hoy. La distancia que general la doble velocidad entre la Administración y el tejido empresarial sigue siendo alarmante en nuestro país. Y así nos va la cosa.

No quisiera yo jugar a seleccionador trazando una alineación de posibles candidatos. Ni siquiera voy a tratar de explicar los extraños equilibrios regionales que podrían decantar la decisión en favor de uno o de otro. Chorradas. Nosotros, como el sector, seguimos trabajando plenamente dedicados a nuestro cometido de informar bien, en tiempo y con rigurosidad... y más allá, el abismo.

Tiempo tendremos de entrar en densos  análisis y en recordatorios de asuntos pendientes. Hasta entonces vamos a seguir disfrutando de un paisaje que nos deja estampas la mar de curiosas y variopintas.

Los efectos del coronavirus sobre el comercio internacional, la languidez de la CNMC, la interminable historia del V Acuerdo Marco, el circo en torno a la Ampliación Norte del Puerto de Valencia... son tantos los frentes que abordar que ya hay quien está poniendo vendas antes incluso de que la herida se haya producido.

Por cierto, la Fiesta de la Logística de Valencia, el Concurso Mundial de Paellas que organiza Diario del Puerto el 13 de marzo, va camino de destrozar todos los registros de participación. La respuesta del sector ha vuelto a ser espectacular y las perspectivas de esta edición son insuperables ¿De verdad se lo van a perder? Confiamos que entonces, aún queda tiempo, podamos contar con el nuevo presidente de OPPE, o el viejo. O presidenta... yo ahí lo dejo.