¿Cumplirá el sector los objetivos marcados por Europa en materia de descarbonización?
No sólo el sector, sino prácticamente nadie. Se han marcado objetivos sin tener en cuenta la realidad. Un objetivo debe ser realizable. No puedes pretender realizar una transformación en un sector como el nuestro, muy vinculado al diésel, y que en cinco años tengas al 50% de las flotas transformadas para asumir otras fuentes de energía. No se puede transformar una flota sin más, sin ayudas, y sin concienciación de los cargadores, que no asumen ese sobrecoste. El transporte no puede asumir por sí solo el coste de la descarbonización, sobre todo si hablamos de pequeñas flotas, que son la mayoría.
¿Realmente la carretera se encamina hacia la electrificación?
Si lo pensamos bien, hoy en día ya se pueden realizar viajes, por ejemplo, entre Valencia y Bilbao. Lo que pasa es que hay que acoplar la distancia a las zonas de recarga y, sobre todo, acompasar eso a la normativa de tiempos de conducción, que es lo que verdaderamente nos condiciona. El problema es que ese viaje de larga distancia no es rentable. También es cierto que se van fabricando unidades con mayor autonomía, y ya hay modelos que ya permiten realizar un viaje a Madrid sin parar. Si la red de recarga se desarrolla bien, con cargadores potentes y rápidos, podríamos empezar a hablar de que el camión eléctrico pueda comenzar a estar más presente en las carreteras.
Por lo que dice, el gran problema para que esta transformación no coja más velocidad son los costes.
Debe ir todo de la mano. Los fabricantes argumentan que no bajan el precio porque no compramos camiones, pero nosotros no compramos camiones porque son demasiado caros. Es cierto que los conductores se muestran satisfechos en la conducción de estos vehículos. Además, estos motores prácticamente no necesitan mantenimiento comparado con un motor diésel. Técnicamente el camión no tiene ninguna pega.