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Combustible fósiles, días contados

El principio del fin de los combustibles fósiles ya ha comenzado desde finales de 2023 tras los acuerdos alcanzados en la 28ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023, COP28.

Madrid. En esta 28ª conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada del 30 de noviembre al 12 de diciembre en la Expo City de Dubái (Emiratos Árabes), se firmó por 198 países un acuerdo para poner fin al uso de los combustibles fósiles. Un hito histórico, ya que es la primera vez que se hace un llamamiento expreso en una COP sobre dejar de utilizar el petróleo, el carbón y el gas, aunque de manera progresiva.

Este acuerdo ha visto la luz toda vez que durante la COP28 se hizo el primer balance mundial del Acuerdo de París (2015), en el que se concluye que “aun estamos muy lejos de limitar el aumento de la temperatura global a menos de 1,5ºC con respecto a los niveles preindustriales”.

Ante esta situación tan preocupante, el Acuerdo de Dubái (2023) establece que se deben reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero un 43% hasta 2030 y un 60% hasta 2035 en comparación con los niveles de 2019, así como reiterar el objetivo de alcanzar las cero emisiones netas de CO2 para 2050.

En su discurso de clausura, el Secretario Ejecutivo de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, Simon Stiell, señaló que “aunque en Dubái no hemos pasado página a la era de los combustibles fósiles, este es el principio del fin”.

“Tras décadas de evasivas, la COP28 se ha enfocado por fin en los verdaderos culpables de la crisis climática: los combustibles fósiles. Se ha fijado un rumbo largamente esperado para alejarse del carbón, el petróleo y el gas”, apuntó el responsable de Estrategia Política Mundial de la Red Internacional de Acción por el Clima, Harjeet Singh, en declaraciones a Noticias ONU.

Por su parte, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, apuntó durante su intervención en la COP28 que “todavía tenemos una oportunidad de salvar el planeta, pero tenemos que elevar nuestra ambición y compromiso”.

El compromiso es reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero un 43% hasta 2030 y un 60% hasta 2035 en comparación con 2019, así como alcanzar las cero emisiones netas de CO2 para 2050

Transporte

Aunque el acuerdo no ofrece horizontes temporales claros, sí establece que será en la COP30, en 2025, que se celebrará en Brasil, cuando se evalúen los avances de cada uno de los países adscritos al acuerdo.

En materia de transporte el acuerdo únicamente recoge la necesidad de “acelerar la reducción de emisiones en el transporte por carretera mediante el desarrollo de infraestructuras y la rápida adopción de vehículos con cero o bajas emisiones”, con el objetivo de alcanzar un transporte sostenible. Esto significa que la descarbonización avanza, pero todo se queda como está. Europa lidera el proceso de descarbonización de toda la actividad económica en el mundo y las medidas recogidas en el Acuerdo de Dubái no suman ninguna novedad a lo que Europa ya estaba implementando.

Aunque la intención y las líneas de actuación están claras, la COP28 puso de relieve la importancia de no dejar a los países en vías de desarrollo atrás y se amplió el “Fondo de Pérdidas y Daños”, destinado a aquellos países que están en riesgo climático y que no tienen recursos suficientes para la lucha contra el cambio climático, a la que no han podido contribuir de manera notoria.

En este sentido, el Secretario General de la ONU, António Guterres, subrayó en la clausura de la COP28 que la era de los combustibles fósiles debe terminar con justicia y equidad. “Hay que apoyar a los países en desarrollo en cada etapa del camino”, afirmó.

Puntos clave del Acuerdo de Dubái

La COP28 ha servido para firmar el Acuerdo de Dubái, un pacto que une a 198 países para alcanzar un solo objetivo, que es reducir de forma rápida aunque sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero para alcanzar el objetivo principal del Acuerdo de París, que es reducir a 1,5ºC la temperatura global. Para ello, se han establecido una serie de medidas que los países adscritos deben cumplir.

Tal y como recoge la ONU, los puntos clave del Acuerdo de Dubái se centran en, de cara a 2030, triplicar la capacidad global de las energías renovables y duplicar la tasa media anual mundial de mejora de la eficiencia energética; avanzar hacia sistemas energéticos con emisiones netas cero a nivel mundial, utilizando combustibles de baja o nula emisión de carbono antes o alrededor de mediados de siglo; dejar de utilizar combustibles fósiles en sistemas energéticos de manera justa y ordenada, acelerando la acción en la década actual para lograr cero emisiones netas en 2050; reducir sustancialmente las emisiones de gases distintos al dióxido de carbono a nivel mundial, con un enfoque en la reducción de las emisiones de metano para 2030; acelerar la reducción de emisiones en el transporte por carretera mediante el desarrollo de infraestructuras y la rápida adopción de vehículos con cero o bajas emisiones; eliminar las subvenciones ineficientes a los combustibles fósiles que no aborden la pobreza energética ni las transiciones justas.

Además, el Acuerdo de Dubái recoge que los países que firmaron deben comunicar cada cinco años sus contribuciones. Además, durante la COP28 se establecieron otra serie de acuerdos que empujan en el camino a las emisiones cero, como la reposición de los recursos del “Fondo verde para el clima”; y un aumento de 9.000 millones de dólares anuales por parte del Banco Mundial para financiar proyectos relacionados con el clima (2024 y 2025).

Europa abre la puerta a los ecocombustibles

El sector de la carretera, y también el aéreo y el marítimo, reclaman, a través de la “Plataforma para la Promoción de los Ecocombustibles”, la inclusión de los ecocombustibles en el diseño energético y para la descarbonización de la economía española, ante la ausencia de alternativas accesibles para alcanzar las cero emisiones netas. Esta Plataforma defiende que los ecocombustibles permiten una descarbonización inmediata de la movilidad para todos los usos y necesidades, ya que son compatibles con el parque automovilístico actual, con la infraestructura ya existente y tienen un papel fundamental en el objetivo de emisiones netas cero para aquellos sectores donde no existen otras alternativas a día de hoy.

Aunque todavía no hay una hoja de ruta clara, Europa ha reculado en lo relativo a la decisión de prohibir los vehículos de combustión interna en 2035. Ahora, y tras las presiones ejercidas desde Alemania, la prohibición será para la comercialización de vehículos de combustión interna propulsados por diésel o gasolina. Esto quiere decir que aquellos vehículos de combustión interna que estén propulsados por biocombustibles o ecocombustibles tienen más margen de maniobra y podrán seguir comercializándose más allá de la fecha límite para los carburantes de origen fósil. Aunque estas medidas afectan de manera directa a los turismos y furgonetas, los camiones también se podrían ver beneficiados. Sin embargo, la Comisión ha propuesto objetivos de emisiones de CO2 nuevos y ambiciosos para los vehículos pesados nuevos a partir de 2030, a fin de reducir las emisiones de CO2 procedentes de camiones, autobuses urbanos y autobuses de larga distancia.

La propuesta se encuentra actualmente en fase de negociación con los colegisladores europeos, tal y como explica el Ministerio de Transportes a través del portal es.movilidad.

No obstante, el futuro de la movilidad es la electrificación y, posiblemente, el hidrógeno verde, y desde Europa lo tienen claro. Por ello, en el caso de los vehículos pesados eléctricos, deberán implantarse gradualmente puntos de recarga cada 60 kilómetros en la red básica de la RTE-T, con una potencia disponible de al menos 3.600 kW de aquí a 2030, y cada 100 kilómetros en la red global de la RTE-T, con una potencia disponible de al menos 1.500 kW a partir de 2025.