El final de la cadena de valor la ocupan dos importantes actividades: la comercialización y la colocación de los productos cerámicos, lo que supone en la práctica la evaluación final del mercado y del consumidor final. La irrupción de las nuevas tecnologías y fórmulas de comercialización han provocado un vuelco en las ventas del producto final.
VALENCIA. La comercialización es una de las fases más importantes de la cadena de valor del sector cerámico y exige una necesaria promoción ante el consumidor que se realiza tanto en ferias como en eventos institucionales. De ahí la importancia de certámenes como Cevisama, Coverings o Cersaie, eventos que aparecen en el calendario como unas de las citas nacionales e internacionales más relevantes para todo el sector.
La patronal ASCER, que aglutina a la gran mayoría de empresas del sector, lleva años potenciando la marca “Tile of Spain” como imagen del producto cerámico español en todo el mundo. El hecho de que las empresas nacionales destinen la mayor parte de su producción a los mercados exteriores es una de las grandes razones por las que la asociación realiza numerosas acciones adaptadas a los diferentes mercados para dar a conocer la calidad y el valor añadido de la cerámica española y sus diferentes usos, no sólo entre distribuidores sino también entre prescriptores como arquitectos, diseñadores e interioristas, profesionales que durante los días de feria conocen las últimas tendencias para aplicarlas a sus futuros proyectos.
Además de la participación y promoción en diferentes foros internacionales, la patronal organiza una serie de eventos para fomentar la utilización de productos cerámicos, como los Premios Cerámica de Arquitectura y Diseño Interior. El sector también cuenta con el apoyo de la Administración Pública para sus labores de promoción, donde destaca la ayuda del Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE), las Cámaras de Comercio de Valencia o Castellón o el Instituto de Comercio Exterior (ICEX).
Comercialización omnicanal
En los últimos años, la comercialización de productos cerámicos ha discurrido a caballo entre la metodología tradicional y la impuesta por las nuevas tecnologías. Pero cada una de ellas presenta una serie de desventajas que impide lograr una eficiencia del 100%. En el caso del método tradicional, la exposición limitada y la falta de interactividad impiden un mayor grado de éxito. Por el contrario, el marketing digital de estos productos se encuentra con hándicaps en aspectos como una mayor competencia por el auge del comercio electrónico o una nula visualización y experimentación del producto. Por ello, para poder lograr una comercialización óptima y adaptada a los nuevos tiempos, es necesario una apuesta por la integración de los canales tradicional y digital, proporcionar una mejora de las experiencias virtuales mediante la realización de contenido visual atractivo de alta calidad, sin renunciar a soluciones y recomendaciones personalizadas. Finalmente, valerse del apoyo de estrategias de SEO y marketing de contenido, e incluso de la promoción de “influencers” puede hacer llegar el producto a más mercados.
Cuando la baldosa pasa a ser el producto final
La cadena de valor del sector se completa con la colocación del producto en el lugar elegido. Los fabricantes recomiendan que este proceso sea desarrollado por profesionales especializados en el control y organización a pie de obra de los trabajos de colocación de los diferentes tipos de azulejos y pavimentos. La principal razón es que la calidad en la colocación es una cuestión esencial para el sector, ya que es la fase del proceso en el que las baldosas pasan a ser un producto final y una buena colocación ofrece más garantías.