La patronal de los agricultores Asaja advierte de la escasez de mano de obra y los sindicatos lo achacan a la precariedad que pesa sobre estos sectores.
BILBAO. No sólo la guerra y la escasez de materias primas e insumos afecta al comercio hortofrutícola; o la inflación y una economía en desaceleración; o la tendencia a una mayor regionalización para contrarrestar los inconvenientes de la globalización. Hoy más que nunca las empresas de frutas y hortalizas necesitan escuchar atentamente al mercado y a las tendencias de un consumidor cada vez más consciente y exigente; vislumbrar y reflexionar las oportunidades y los retos del sector; sin dejar de adelantarse a las exigencias legislativas en materias de sostenibilidad y economía circular que nos marca Europa.
Eficiencia y competitividad; sostenibilidad en sus tres vertientes; transparencia en toda la cadena de valor; innovación y valorización de la labor del campo y de sus productos son imprescindibles para el futuro del sector hortofrutícola.
Sin embargo, al igual que sucede en otros sectores, el laboral es un factor clave para asegurar el futuro del negocio. Según Oliver Huesmann, director de Desarrollo de Negocio en Fruitconsulting, con base en Málaga y Hong Kong, y experto en logística y comercio internacional de productos hortofrutícolas, uno de los principales problemas de esta industria “es la falta de espacio para la carga, que ha sido durante mucho tiempo uno de los mayores retos del sector logístico”.
Huesmann avisa de que los cargadores y las empresas de transporte deben actuar de forma urgente para resolver el problema a tiempo “y poder hacer frente al inminente colapso de la oferta debido a la escasez de trabajadores cualificados en la logística”.
Si la alta demanda de espacio de carga se combina con una oferta reducida y escasez de chóferes, la situación seguirá empeorando. Las cadenas de supermercados, en particular, podrían verse amenazadas por la escasez de chóferes y Huesmann recuerda que en el pasado ya se produjeron cuellos de botella con retrasos en las entregas porque no se disponía en el mercado de las capacidades de espacio de carga con la velocidad necesaria.
“Es probable que esta situación se agrave en los próximos años, ya que la escasez de conductores sigue siendo un problema sin resolver y la logística de la fruta perecedera no puede planificar adecuadamente la distribución”, advierte el consultor.
Esta falta de relevo generacional entre los conductores se repite en el campo, donde los titulares de las explotaciones son cada vez más mayores, anticipando una oleada de jubilaciones en los próximos años para las que no hay relevo.
Con más de 33.000 empresas asociadas, la asociación de fabricantes y distribuidores AECOC es una de las mayores asociaciones empresariales del país y la única que reúne a todos los agentes de la cadena de valor, desde productores y fabricantes, a operadores logísticos y distribuidores.
En el 25º Congreso de Frutas y Hortalizas organizado por AECOC, el pasado mes de junio en Valencia, que reunió a más de 600 productores, distribuidores y asociaciones del sector. el director general, José María Bonmatí, valoró la rebaja del IVA aprobada por el Gobierno para algunos alimentos básicos como “adecuada, ya que permite a las rentas más bajas acceder a productos saludables, como frutas y hortalizas, porque estos hogares son los que mayor parte del presupuesto destinan a la alimentación”.
Bonmatí dijo que “los datos de inflación están mejorando”, pero pidió “mantener la rebaja del IVA hasta que la inflación esté controlada”. Además de la reducción del IVA, sobre el actual contexto de incremento de precios, el director general de AECOC recordó que las empresas “están haciendo esfuerzos para garantizar que los consumidores puedan comprar los productos que necesitan a los mejores precios, bien reduciendo sus márgenes o buscando fórmulas para ser más competitivas”.
El director general de AECOC también se refirió a los costes regulatorios de las medidas aprobadas por la Administración, y pidió “garantizar la seguridad jurídica y que los costes incorporados sirvan para conseguir los objetivos de la regulación, que en casos como el del impuesto a los plásticos creemos que no se cumple”.