El Centro Español de Logística (CEL) se ha dedicado siempre a tratar de identificar problemas y buscar soluciones de manera conjunta, teniendo en cuenta las diferentes perspectivas e impulsando la innovación. “Y esta es la línea que va a seguir en los próximos años”, asegura su director general, Ramón García.
¿Cuál es el estado actual del sector de los cargadores?
Seguimos en un contexto de mucha incertidumbre, todavía no se ha terminado la ola de todo lo que nos viene desde el 2020: seguimos con la falta de suministro y el incremento de los costes energéticos. Además, el principal problema es que no es posible determinar cuándo va a remitir esta situación y esto afecta a todo.
¿Cuáles son las principales demandas que os trasladan vuestros asociados?
Más que una demanda, el escenario esperado por los cargadores es que la incertidumbre se vaya reduciendo. Necesitamos vislumbrar una perspectiva de certidumbre económica para que, a partir de ahí, todo se vaya poniendo en orden.
Como cargadores queremos que estos diferentes flecos de incertidumbre de los que estamos hablando vayan volviendo a su cauce.
Hay factores que desde nuestro propio sector de actividad se van a ir autorregulando, como la falta de suministro de materias primas y componentes; pero la parte del coste de los recursos y la energía no depende de nosotros; y la parte de consumo es una consecuencia de todo lo demás.
Por tanto, necesitamos que la situación se vaya armonizando y, así, volver a un escenario de estabilidad.
¿Cómo afectan los nuevos requerimientos medioambientales a la actividad?
Desde una perspectiva de normativa, los cargadores estamos sujetos a mayor regulación europea para reducir el impacto ambiental y la huella de carbono, ya sea a nivel de fabricación, a nivel de transporte o en el ámbito de la distribución urbana de mercancías. Son aspectos cada vez más regulados y, progresivamente, hemos ido viendo cómo estas normativas cada vez se están extendiendo más y va siendo más necesario ponerlas en marcha. Esto afecta en muchos casos a la operativa, porque el poder cumplir este tipo de normativas afecta a la tipología de recursos que se utilizan y, en algún caso, en el modelo de operación. Actualmente, nos estamos adaptando a estas necesidades.
Sin embargo, estos nuevos requerimientos también suponen una oportunidad de crecimiento, ya que la necesidad de cumplir con estas medidas ambientales nos ayuda a avanzar en la búsqueda de diferentes soluciones.
El ámbito del transporte, tanto a larga como a muy corta distancia, es uno de los focos que más cuestionados está. La crisis actual del transporte de mercancías por carretera, no solo por tema medioambiental, sino por falta de conductores y subida del coste de los combustibles, es una buena oportunidad para reflexionar en si tenemos que replantearnos el modelo de cadena de transporte a nivel nacional, de tal forma que se traspase una parte importante del reparto a medio/largo plazo al ferrocarril.
Al final, si estamos en una tendencia en la que cada vez se demanda más y cada vez hay más escasez de conductores y además la energía está más cara, hay que buscar soluciones que rompan ese círculo. Nos tenemos que poner las pilas a corto plazo, tenemos que empezar a pensar cuál es el modelo de transporte que queremos para España a medio y largo plazo y cómo podemos incorporar el ferrocarril para que sea competitivo.
En materia de movilidad urbana, ¿cuáles son los principales retos?
La distribución urbana lleva muchos años, pero ahora se ha hecho más visible por el auge del e-commerce. En este sentido, al problema de calidad del aire y el impacto de la huella de carbono del reparto en ciudades, hay que sumar los problemas de congestión y que el modelo actual no es escalable.
Tenemos que plantear los modelos de ciudad que aborden todo esto de una manera más organizada. El problema es de replanteamiento de toda la logística de suministro a ciudades, para hacerlo de una manera más eficiente y sostenible y, a su vez, conseguir satisfacer el nivel de servicio que tenemos o más.
Tenemos que replantearnos los modelos de ciudad que incorporen las infraestructuras y el modelo organizativo de gobernanza que nos permita hacer un reparto más organizado y usando menos recursos pero que, a su vez, cumpla la demanda y asuma crecimiento.
¿Y en materia de digitalización?
El sector logístico en general en España siempre ha estado muy bien posicionado en el grado de penetración tecnológica. El reto actualmente es que podamos avanzar hacia tecnologías que nos permitan colaborar. Nos falta avanzar en la generación de estándares para que podamos compartir información y podamos compartir recursos.
Asimismo, es esencial determinar el modelo de gobernanza para que las empresas admitan poder entrar en modelos en los que se pueda colaborar en los eslabones en los que tenga sentido, para tener mayor visibilidad y hacer un uso más eficiente de los recursos.
Lo importante son los estándares y los modelos de gobernanza, la tecnología al final es un medio.
¿Cómo esperan cerrar el 2022?
Para el cierre de 2022 se preveía que iba a empezar a bajar la incertidumbre y se iba a volver a estabilizar las cadenas de suministro globales y parece ser que no. No se han cubierto las expectativas de estabilización de las cadenas de suministro a nivel global. De cara a 2023, la previsión es que el año nos sirva como punto de inflexión y sea el punto de partida para volver otra vez a la estabilidad necesaria.
¿Cuáles son las preocupaciones que trasladan a la administración pública?
Desde nuestra perspectiva, que es la de buscar modelos que solucionen problemáticas estructurales, las administraciones se tienen que implicar más en trabajar ese nuevo modelo de ciudad y hacerlo de una manera coordinada.
En el ámbito de la larga distancia, se deberían implicar en buscar ese modelo de distribución logística conectada a nivel nacional, de tal manera que se trabajen más las conexiones entre las infraestructuras logísticas, no solo tecnológicamente, sino físicamente, para poder acompañar a ese modelo de país que queremos en el ámbito
En definitiva, creemos que la administración debe liderar la transición hacia un nuevo modelo de transporte a nivel nacional en el que los diferentes agentes que participen en la cadena estén mejor conectados. Se debe abordar con visión de país, como algo completamente estratégico para España, para que atraiga más flujos de mercancías a nivel internacional, que puede ser una vía de desarrollo económico para España.