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Relaciones sociales, familia y trabajo

  • Última actualización
    13 marzo 2024 18:00

Salvador Furió, Chema Ballester, Ramiro Rodríguez, Juan Cubells y Ramón Gómez-Ferrer protagonizaron el último desayuno informativo de Diario del Puerto.

VALENCIA. Y en esta nueva etapa de la vida ¿qué es lo que no echan de menos estos profesionales del sector? La respuesta es directa: trabajar. “Ahora bien, lo que yo no he conseguido es despertarme más tarde que antes”, explica Salvador Furió.

Por su parte, Chema Ballester asegura que no echa en falta nada porque “hasta de los errores he aprendido, así que en realidad todo me ha servido y no cambiaría nada. Si tomas una decisión y fallas, te queda el consuelo de que has tratado de tomar esa decisión aplicando el sentido común; si te equivocas, aprendes para la próxima”.

Chema tiene dos hijos trabajando en el sector. También Salvador y Ramiro tienen descendientes “logísticos” pero ¿aconsejarían a sus nietos que trabajaran en el sector?

“En el sector que yo conocí, sí”, incide Salvador Furió, “porque yo he sido muy feliz trabajando; he visto el mar desde mi oficina, venía a trabajar bordeando la dársena y veía la actividad. Había un dicho en Valencia que decía: no hay sábados sin sol ni MacAndrews sin vapor. Me encantaría que mis nietos trabajaran en esa época... Pero hoy no lo veo y además los salarios para los que empiezan son una miseria”.

“Pero sería difícil que vivieran esa época de nuevo porque precisamente estamos hablando de que lo que ha cambiado en el sector son las relaciones tan personales que había antes”, apunta Juan Cubells. “En este sentido, la informática es un ‘mal necesario´ sin el que no podríamos evolucionar, pero que ha influido mucho en ese recorte de las relaciones”.

“Ya, pero las nuevas generaciones están preparadas para vivir en ese entorno y nosotros ya hicimos nuestro camino en el nuestro- apunta Ramiro- ¿Que si yo le recomendaría a mi nieto trabajar aquí? Yo a mi nieto le daría de bofetadas para que estudie y ya está”.

“En mi caso no estaba previsto que mis hijos se dedicaran a este mundo -explica Chema Ballester-, en realidad yo quería para ellos otra cosa que no fuese tan sacrificada, pero el veneno es el veneno y a los 17 años comenzaron los dos a colaborar en la empresa al tiempo que estudiaban. Sacaron adelante sus carreras, pero se quisieron quedar en la empresa y claro, no los iba a despedir. Creo que con mis nietos puede ocurrir algo parecido. Lo único es que dentro de 15 o 20 años, cuando les toque, ya tendrán que estar con el fondo de inversión que nos compre”, ironiza.

“Mis hijos eligieron su carrera y no se decantaron por la logística”, explica Ramón Gómez-Ferrer, “pero el sector tiene un futuro espléndido, el mundo tiene casi 8.000 millones de habitantes y todos queremos vivir mejor, por lo que el comercio no va a parar de crecer y España es un país que aspira a seguir estando en la economía mundial. Si seguimos trabajando, y hay muchos mimbres para que no decaiga, el sector tiene mucho futuro”.

Y es que todos ellos, sin excepción, volverían a trabajar en el sector si pudieran elegir, aunque Ramiro considere “que lo mío es un accidente, ya que estoy en el sector por accidente. Yo estaba en mi barquito yendo y viniendo, la mar de bien, y un día me bajé a tierra... y aquí me quedé por el gusanillo que te entraba cuando estabas en el puerto en los años 70 u 80. Entonces podías influir sobre las decisiones y tenías más responsabilidad sobre los resultados, lo que te daba un buen chute de adrenalina. Y he de romper una lanza a favor del puerto ya que siempre nos dio amparo conforme fuimos creciendo y actuó para que el recinto no se convirtiera en un cuello de botella”.

“Realmente hemos sido unos privilegiados por poder haber trabajado en este sector”, apostilla Chema Ballester.