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A la carretera no le queda otra que cruzar los dedos (como casi siempre)

  • Última actualización
    12 septiembre 2023 05:20

El ser humano es un animal de costumbres. Creo que no me equivocaré si digo que a todos nos gusta tener las cosas claras de antemano, saber por dónde nos moveremos y tener controladas lo más posible todas y cada una de las opciones y posibilidades que la vida nos va poniendo en el camino. No vayan a pensar que diciendo todo esto no soy partidario de esas improvisaciones y “locuras” que de vez en cuando nos permiten oxigenar nuestra rutina diaria: a quién no le gusta esa escapadita de fin de semana de última hora, o esa cena que surge de improviso con amigos. Me refiero a que, a nivel general, queremos saber qué ocurrirá mañana, si hemos de coger el paraguas, si hará frío o si no cambiarán la reunión que tenemos prevista para esta semana.

Esa “necesidad” por tener estructurada nuestro día a día se multiplica hasta casi el infinito cuando hablamos de la gestión y dirección empresarial. La incertidumbre es muy poco amiga de ese día a día estructurado que todo gestor y empresario necesita. Es cierto que la capacidad de adaptación y respuesta a los imprevistos sirven para definir muy a las claras la capacidad de éxito y supervivencia de cualquier mercantil sea grande o pequeña. Sin embargo, pregunten a cualquier empresario. Les dirá que cuantas menos sorpresas y costes imprevistos, mejor.

Ahora, piensen en un sector como la carretera, especialmente castigado desde la crisis financiera de 2008 y que ha sufrido como nadie los vaivenes que desde entonces ha padecido la totalidad de la cadena de suministro global, exacerbados a raíz de la pandemia sanitaria y del estallido de la guerra en Ucrania. El hecho de que en los últimos meses el precio del combustible haya vuelto a la senda alcista trastoca los delicados planes de los operadores y sus ya maltrechas cuentas de resultados. Varias asociaciones ya han advertido de esta situación que se ha agravado en los últimos tres meses, con unos precios del gasóleo 20 céntimos por encima de lo que marcaban en junio, una tendencia que todo indica que se va a mantener en las próximas semanas.

Aún sin poner sobre la mesa cifras concretas, podemos saber perfectamente lo que el cuesta a un sector tan esencial como la carretera la interinidad política actual

De hecho, en junio el Gobierno, ante el clamor del sector, decidió mantener la bonificación que se venía aplicando hasta ese momento de 10 céntimos por litro. No obstante, a partir del próximo mes de octubre esa bonificación se reducirá un 50%, algo que no convence en absoluto a empresas y asociaciones, que temen que el precio del gasoil siga disparado, por lo menos, hasta final de año.

La actual normativa impide a un Gobierno en funciones tomar decisiones de calado, y circunscribe su actividad al “despacho ordinario de asuntos públicos”. Es decir, hasta que el Congreso de los Diputados no otorgue su confianza a un candidato como presidente del Gobierno y éste conforme un nuevo ejecutivo, no van a poder abordarse situaciones a las que el sector de la carretera necesita darle respuesta de manera urgente y perentoria. La falta de carga de trabajo y el sobrecoste que supone para las empresas la subida casi diaria del precio del combustible está abocando a las grandes flotas y transportistas autónomos a cruzar los dedos a diario y a esperar que el gasóleo no suba demasiado para poder cuadrar las cuentas. Tal vez no podamos poner cifras concretas, pero podemos saber perfectamente lo que le cuesta a un sector tan esencial para la economía como la carretera la interinidad política actual.