Tengo la certeza de que existen un par de claves que pueden explicar, en gran parte, los problemas que tiene nuestro querido sector logístico: desconocimiento y desconfianza.
Efectivamente, a nadie se le escapa que prácticamente todos los colectivos que intervienen en la cadena logística son unos grandes desconocidos para la sociedad. Y ya no hablamos tanto de su existencia, como de su directa y fundamental incidencia en la sociedad y en la economía de cada región.
Y ya se sabe lo que sucede cuando se desconoce. Porque al final uno de los conceptos es consecuencia del otro y es una evidencia que el desconocimiento genera desconfianza.
Utilizando esta regla de tres, parece sencillo adivinar que la solución pasa por atajar uno de los problemas y, en este caso, es más que evidente que fomentando el conocimiento se podría generar una mayor confianza, y no al revés.
Y esto que parece tan sencillo es tremendamente complicado, aunque en el fondo todo sea cuestión de comunicación. Es fundamental comunicar, y comunicar bien. Pero también hay que saber cómo hacerlo y ser conscientes de que no sólo se comunica a través de notas de prensa o a golpe de redes sociales.
Las instituciones, las empresas o cualquier colectivo necesitan comunicar a través de sus personas. Los representantes públicos transmiten valores directamente sin necesidad de hablar y lo hacen a través de la comunicación no verbal, mediante sus actos, sus presencias, sus ausencias, su empatía...
Y tampoco vale salir al ruedo cuando hace buen tiempo. La buena comunicación requiere bajar a la arena, quitarse las zapatillas y bregarse con casi cualquier Miura que se plante delante, todo sea dicho con todo el respeto... hacia los toros, claro.