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¡Despertad!

  • Última actualización
    26 octubre 2023 05:20

No hay nada como tomar un poco de distancia para poder adquirir una perspectiva diferente, más amplia y quizás real de lo que tenemos delante. Asistí el lunes a la toma de posesión de Mar Chao como nueva presidenta de la Autoridad Portuaria de Valencia.

La expectación era máxima, lógico, y la sala columnario del emblemático Edificio del Reloj del Puerto de Valencia se abarrotó con la presencia de las más de doscientas personas invitadas y decenas de periodistas e informadores gráficos que acudieron a la convocatoria para dar cuenta del evento.

Opté por seguir el desarrollo del acto encaramado a la barandilla interior de la primera planta del edificio, cerrado para el público en general pero abierta para los fotógrafos que conocen la casa y buscan esa panorámica semi aérea tan particular que ha salido publicada en todos los medios.

Allí arriba, con la tranquilidad de sentirte medio solo, la perspectiva del acto era bien diferente. Pude reconocer, una a una, a casi todas personas asistentes; observé la danza nerviosa de los jefes de gabinete atentos a los movimientos de las autoridades; intuí los comentarios de esas cabezas que se acercaban esporádicamente para apostillar cualquier frase del discurso; casi pude leer los textos de las pantallas de los portátiles con los que los periodistas iban escribiendo sus crónicas; degusté la perfecta sincronización de los organizadores y sus miradas cómplice entre discursos y, lo que es más relevante, pude escuchar las intervenciones tamizadas por toda esta tramoya que acabo de describir.

Y es que interpelar al sentimiento patrio en el fragor de la batalla es siempre un acierto

La alcaldesa Catalá tiró de lectura de discurso, breve y contundente; el presidente de Puertos del Estado, Álvaro Rodríguez Dapena, echó mano de su profundo conocimiento del sector y de su amistad con Mar Chao para aproximarse afectivamente al auditorio y el presidente Mazón consultó brevemente un folio doblado en cuatro partes para trenzar una intervención que ya, por repetida, tiene bien aprendida: el puerto es la referencia económica de la Comunitat y, por extensión, todos los allí presentes se sintieron aludidos.

Y Mar Chao no quiso fallar; leyó con pausa y entonación un discurso bien hilvanado, sin huecos para la nostalgia o la ñoñería y con prisas (le sobraba incluso la mitad de aquel acto) para ponerse a trabajar con su mítico “picopala”. La nueva presidenta exaltó al auditorio al final de su intervención citando marcadamente las primeras palabras del preludio de la apoteosis final del himno de la Comunitat Valenciana: “Valencians, en peu alcem-se! “ (¡Valencianos, pongámonos en pie!).

Curiosamente, y puede que Mar Chao lo tuviera bastante claro, en la traducción oficial (no literal) al castellano del himno escrito por Maximiliano Thous, esa frase es exactamente: ”¡Despertemos, valencianos!”. Toda una declaración de intenciones.

Y es que interpelar al sentimiento patrio en el fragor de la batalla es siempre un acierto, pero tengo la sensación de que Mar Chao pretendía ir un poco más allá. La nueva presidenta quiso llamar la atención de los allí presentes y “despertarlos” porque la tarea que queda por delante va a ser larga y complicada. Si no ha habido suficiente con todo el trabajo que ya se ha hecho hasta ahora, no os durmáis porque la que nos viene va a ser importante y hay que estar bien preparados... creo que quiso decir.

Por cierto, que el presidente Mazón alucinara con el concepto de comunidad portuaria y lo viera reflejado con toda su plenitud en este acto fue todo un puntazo... Algo se estará haciendo bien.