Donald Trump ha amenazado esta semana con recuperar el control del Canal de Panamá. El presidente electo de los Estados Unidos ha acusado al país centroamericano de imponer unas tarifas de paso excesivas a los barcos estadounidenses que utilizan esta vía entre el Atlántico y el Pacífico.
Según Trump, China “está tomando el control” del canal y ha destacado la creciente influencia de este país en este paso marítimo. El presidente norteamericano ha recordado que el canal fue construido para el ejército de EEUU y que posteriormente “se lo entregamos a Panamá, no a China”. Para Trump, que cree que el país centroamericano ha “abusado de ese regalo”, nunca debió haberse tomado la decisión sobre la transferencia del control del canal durante la presidencia de Jimmy Carter.
Fiel a su estilo y ante la perplejidad del Gobierno de Panamá (pese a su tradicional cercanía a los Estados Unidos), el presidente electo ha asegurado que hay que “hacer algo” para retomar el control del Canal, pero no ha matizado si ese “algo” se va a traducir en medidas económicas, militares o una renegociación de los tratados (quizás con el primer tipo de medidas sea suficiente para evitar las segundas y consiga la tercera vía de rebote).
Por hacer un poco de historia, muy breve, recordaremos que Estados Unidos construyó el Canal a principios del siglo pasado (bueno, matizaremos que puso la pasta, porque la mano de obra, los damnificados y los expropiados fueron panameños). Entonces se firmó un tratado según el cual se otorgó a Estados Unidos la concesión a perpetuidad del Canal y el control soberano de esa zona de 1.500 kilómetros cuadrados (“Zona del Canal”) para su desarrollo, lo que se tradujo en una ocupación militar de casi 100 años.
Según Trump, China “está tomando el control” del Canal
Esta aberración fue corregida en 1999 cuando bajo la presidencia de Carter se transfirió el control del Canal a Panamá, convirtiéndose desde entonces en un hito histórico para los panameños quienes, como se pueden imaginar, habían estado todo un siglo reclamando y luchando por su legítima propiedad.
Si me van a decir que el que paga manda, podríamos entrar en analizar cómo se consiguió el tratado primigenio y les aseguro que Panamá no estaba entonces en condiciones de decir ni una sola palabra ante la magnitud, el poderío y la presión de los Estados Unidos... Así que ese argumento no me vale. Aquello estuvo lejos de ser un win-win.
El caso es que el Canal de Panamá es un paso marítimo estratégico para la salud del comercio marítimo internacional, como lo es el Canal de Suez, y su relevancia está fuera de toda duda. Estados Unidos es el principal usuario de esta vía, con más del 70% de todo el tráfico desde y hacia los puertos estadounidenses, por lo que no es de extrañar el empeño de Trump, quien considera que “se está cobrando a Estados Unidos, a su Armada y a las corporaciones que hacen negocios dentro de nuestro país, precios y tarifas de pasaje exorbitantes”.
El presidente electo ha ido un poco más lejos asegurando “si no se respetan los principios, tanto morales como legales, de este magnánimo gesto de donación, exigiremos que se nos devuelva el Canal de Panamá, en su totalidad y sin cuestionamientos”.
No entraré en las formas de macarra, que darían como para escribir un tratado, así que me quedaré con la declaración de intenciones que desde el minuto cero está realizando Trump y su efecto sobre el resto del mundo. La encarnizada lucha comercial con China está lejos de ser un espejismo. Una batalla entre esos dos gigantes va a afectarnos a todos. Sin duda.
Los amantes logísticos de la estrategia y la anticipación tienen una buena oportunidad para tomar decisiones adecuadas ahora. No la desperdicien.