Anda el sector un tanto despistado con la conversión de Cevisama (el Salón Internacional de la Cerámica que se celebraba anualmente en Valencia) en Cevisama Contract, lo que será una de las cuatro patas (junto con Hábitat, Textihogar y Cocina) que conformarán la gran cita del interiorismo.
Explicado de otra forma: Cevisama, la feria exclusiva del sector cerámico pierde su singularidad y pasa a integrarse en un certamen multisectorial (unido transversalmente por el interiorismo) que se celebrará en septiembre de 2026.
La estrategia de Feria Valencia es tratar de conformar un evento ferial único en Europa al unir la principal oferta de los sectores del interiorismo. De hecho, aseguran, “la situación del mercado y las necesidades asimétricas de las empresas del sector azulejero hacen que esta sea la mejor opción para celebrar un evento que, en el fondo, va a incrementar el interés comercial por parte de los grandes compradores tanto nacionales como extranjeros”.
Hay diversos factores que han influido en la decisión del comité organizador, aunque es necesario señalar que el sector sabía que el futuro de la feria estaba en el aire, tanto por el descenso de empresas participantes (en la última edición ocupó solo dos pabellones) y la proliferación de eventos paralelos unida a la ausencia sensible y notable en el certamen de grandes, muy grandes, grupos cerámicos.
Cevisama debe tener entidad propia
El caso es que hay diversidad de opiniones respecto a la decisión. Hay quien piensa que el nuevo formato, más orientado al contract, puede ser una magnífica oportunidad para un sector que necesita revulsivos. Por otro lado, hay quien considera que Cevisama debe tener entidad y generar sinergias suficientes como para ser absolutamente independiente.
Más allá de esta dicotomía, en la que parece que unos y otros tienen parte de razón, hay una singularidad que está decantando las opiniones. Efectivamente, la Feria Internacional de la Cerámica de Bolonia, Cersaie, se celebra en la última semana del mes de septiembre. Esta feria es una cita ineludible (no es un titular manido) para los profesionales españoles del sector cerámico y es una convocatoria sólida y consolidada en el plano internacional. Pudiera ser que los visitantes dupliquen asistencia en el mismo mes a Valencia y Bolonia, pero parece del todo improbable que los expositores vayan a apostar por doblar su presencia ferial.
A esta coincidencia, ya de por sí bastante definitiva, se une la nueva orientación “contract” que se le quiere dar a Cevisama, en la que se puede quedar fuera la gran distribución.
Finalmente, hay que apuntar que la celebración de un certamen como Cevisama tiene un gran impacto sobre sectores como el hotelero y hostelero que, automáticamente, van a ver cómo desaparecen sus reservas para el mes de febrero.
La conclusión está bastante clara: algo que había que hacer con Cevisama porque su viabilidad estaba comprometida; ahora bien, no parece que la fórmula elegida haya sido la mejor (aunque quizás sí la menos mala). Con todo, parece evidente que todavía hay que dar una vuelta de tuerca. La provisionalidad de la solución implementada va ganando enteros poco a poco.
La logística no está de perfil en este asunto. La buena salud del sector cerámico español es clave para recintos portuarios como el de Castellón o Valencia, piezas fundamentales para la competitividad de los productos españoles en el exterior, por lo que estarán del lado que contribuya más eficientemente al crecimiento, consolidación y proyección de la industria cerámica española en el mundo.
Estaremos expectantes porque la serie Cevisama Contract promete nuevos episodios. Ya lo verán.