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El sector no cambia, mejora

  • Última actualización
    24 julio 2025 05:20

Sé que es un pensamiento poco popular, pero allá voy. Cuando empiecen a pensar que el sector ya no es lo que era; cuando afirmen con rotundidad que las personas de ahora ya no son como las de antes; cuando aseguren con vehemencia que los procedimientos de antes eran más seguros y eficientes; cuando crean que las señales de humo, el tam tam o el correo electrónico son los medios más eficientes para comunicarse o, en definitiva, cuando tengan la absoluta certeza de que cualquier tiempo pasado fue mejor -a su parecer, que diría Jorge Manrique-, es que han entrado en un “bucle melancólico” (con permiso de Juaristi) del que no van a poder escapar.

El imaginario colectivo se construye a base de experiencias y vivencias. La memoria, la que recordamos, se compone de retazos que nuestro cerebro ha tenido a bien que podamos mantener porque, o nos ayudan a no repetir errores (lo que no siempre consigue), o nos trasladan a diversos estados de felicidad relacionados con recuerdos y experiencias pasadas.

Y sé que seguirán sin bajarse del burro: “Pero es que antes bastaba con un apretón de manos. Es que la juventud de ahora no tiene valores. La música actual no tiene sentido, ni ritmo, ni estructura. Antes había más educación. Me cogía el teléfono una señorita, no una máquina. Ya no hay respeto...” ¿En serio? ¿Se están escuchando?

No nos confundamos. La evolución nos lleva al cambio y, obviamente, asistimos a una transformación de la sociedad y del entorno que, como es lógico, tiene sus puntos fuertes y débiles. Rechazar por sistema lo que no nos gusta es un tanto egoísta. Si nos mantuviéramos en las esencias del pasado seguiríamos llevando sombrero de copa, escuchando a Machín o comunicando con palomas mensajeras.

Seguirán sin bajarse del burro

Solemos cometer el error de buscar las diferencias irreconciliables cuando en realidad de lo que se trata es de encontrar todo aquello que nos une. Por ejemplo, para los que pensamos que casi todo lo importante en la vida gira en torno a la música, no hay mayor satisfacción que descubrir que compartes con tu hijo fascinación hacia un grupo de música sin que nada ni nadie ni nada haya mediado (por lo menos, no conscientemente). Esa confluencia de gustos, esa coincidencia en lo básico, hace que las diferencias se conviertan en anécdotas, simples detalles por múltiples que puedan ser.

El sector logístico ha cambiado, por supuesto. La forma de trabajar se ha modificado, las personas tienen otros gustos, otras prioridades... pero la esencia sigue siendo la misma. El ámbito marítimo-portuario tiene un peso específico concreto y dominante (es el negocio, es el mercado); el ferrocarril busca desesperadamente aumentar su cuota a niveles políticamente imposibles; la actividad logística (de la que adquiere su nombre todo este grupo de actividades), busca la eficiencia a través de la evolución tecnológica y la carretera soporta como puede los bandazos originados por el resto de colectivos. Y así, todos y cada uno de los eslabones de la cadena logística.

Decir que todo ha cambiado y que ahora todo es una mierda en el sector logístico es un discurso para pretenciosos que se han quedado en la caverna. El cambio, si supone evolución, es transformación y mejora.

A partir de ahí, si quieren, podemos estar horas debatiendo sobre casos particulares y experiencias que demuestran que la excepción confirma la regla. Mientras tanto, otros verán la oportunidad en el cambio y la aprovecharán.

El sector no cambia, sino que evoluciona y mejora. Puede que seamos nosotros los que realmente cambiamos.