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La pesadilla de la V-30

  • Última actualización
    31 marzo 2025 05:20

La carretera lleva tiempo advirtiéndolo y no le están haciendo caso. Llegará el día, porque, visto lo visto, llegará, y las soluciones de urgencia tendrán que darse en escenarios de prisas e ineficiencias. La vida está en cambio constante, la actividad económica acompasa sus tiempos a los nuevos escenarios y el transporte de mercancías por carretera no debe (no puede) ser menos.

El eslabón más próximo al consumidor, el más vistoso y resultón (¿quién no ha jugado a ser camionera alguna vez?), clama, sin vergüenza ya debido al hartazgo, porque le hagan caso y se atiendan las incidencias que se presentan en su día a día. El transporte por carretera, como otras muchas actividades económicas, se encuentra ultimando una etapa de vida, bordeando la siguiente pantalla de su existencia, y lo hace sin contar con el apoyo e impulso que se merece.

Las reglas del juego se cambian en los despachos sin alzar la vista, sin confirmar que son viables y sin asegurarse de que el impacto y los plazos son realistas y sostenibles (social y financieramente). Es que no hay por dónde coger algunas de las declaraciones que se hacen...

Pero, no les mareemos. Empecemos por lo básico: que las carreteras no se conviertan en ratoneras donde los conductores echen las horas como si estuvieran en un spa, porque de relajación y paz... nada de nada. Cuando estás en un atasco todos los santos días, lo que quieres es bajarte del camión y marcharte a casa.

En Valencia, FVET y Fenatport denuncian que la prestación de servicios de ida y vuelta entre el Puerto de Valencia y la zona industrial y logística de Riba-roja se está convirtiendo en una odisea donde te puede tocar un trayecto fluido o un atasco de dos horas y media. Y lo peor es que esta situación no es nueva, simplemente se ha agravado las últimas semanas. La Administración (local, autonómica y nacional) conoce el problema porque los transportistas se lo han dicho en cada encuentro que han tenido. En cada foro. La V-30 es un cuello de botella que los transportistas portuarios valencianos sufren desde hace años pero las soluciones no llegan. Falta planificación y gestión de infraestructuras viarias.

Empecemos por lo básico: que las carreteras no se conviertan en ratoneras

En este escenario, es inevitable que el transporte valenciano se sienta abandonado: la Generalitat “ni está ni se la espera” y el ministerio “se olvida de nosotros”.

La cronificación de la congestión, asumir que es lo que hay cuando trabajas con el camión, no es, para nada, la mejor tarjeta de presentación si queremos que el nuevo talento llegue al sector. Y lo peor está sucediendo: no solo no llegan nuevos profesionales, sino que se van los que estaban activos.

“Estamos en un momento en el que no podemos permitirnos perder un solo conductor más”, señalan las principales asociaciones de transporte portuario valenciano. ¡Y no les falta razón! AECOC cifra en 30.000 los conductores que faltarán en España los próximos cuatro años. Boom.

Además, a este desafío se suma el hecho de que más del 70% de los profesionales de la conducción superan los 50 años. Tralará.

Y obvio que el tema de las personas no es el único reto que debe asumir la carretera, ya hemos comentado que estamos en un momento de ajuste vital sectorial. Cómo afrontar la descarbonización (en qué energías inviertes para renovar tu flota) o las regulaciones que no se concretan (44 toneladas, DUM, etc.) están en la agenda del sector, pero sin personas que ejerzan la profesión pocas cargas se moverán.

Así que, lo mismo, atender lo que impacta en la calidad de la vida profesional de conductores, chóferes y transportistas debería estar presidiendo la lista de nuestras prioridades.

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