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Líderes excepcionales

  • Última actualización
    13 marzo 2025 05:20

Nuestro sector necesita líderes excepcionales. Para mí, una persona digna de colgarse tal calificativo es aquella que destaca muy por encima de la media en el desempeño de su labor profesional, pero que además sobresale como ser humano que encarna, con firmeza y honestidad, una serie de valores universales que son prioritarios y se anteponen ante cualquier dicotomía.

Estos líderes, que deberían pasar a engrosar el colectivo de los referentes, son aquellos que en su ejercicio profesional son capaces de gestionar, delegar, escuchar y ejecutar. Son pacientes cuando es necesario y exigentes cuando se requiere; son empáticos y con la humildad y la autocrítica suficiente como para ser conscientes de que todo, todo, se puede hacer mejor.

Si una persona es capaz de reunir todas estas cualidades en su trabajo (difícil reunirlas todas, por cierto), no tengo ninguna duda de que en su vida personal las reúne igualmente porque es casi imposible impostar una forma de ser y de actuar (aunque todos tengamos en mente a algún maestro del engaño y la farsa).

Una de las máximas que en mi entorno familiar se han repetido hasta la saciedad, y que yo trato de repetir hasta lo cansino a mis hijos, es que siempre, siempre, se puede aprender de todas las personas, absolutamente de todas y de todas las situaciones.

En el caso de las personas, aquellas que se cruzan en nuestra vida dejando una huella positiva indeleble, generando una admiración espontánea hacia ellas, son las que nos enseñan cuál es el camino. Aquellas que solo provocan negatividad, mal rollo y vergüenza ajena son las que nos indican cuál es el camino equivocado. De todo hay que aprender.

Quizás, por lo endogámicos que podemos llegar a ser siempre tan vinculados a nuestro sector logístico, más allá de lo personal, familiar o musical (sí, tengo mi parte de groupie), mis referentes siempre los he hallado en el ámbito profesional.

Y debo reconocer algo: mi admiración hacia una persona se multiplica cuando la he conocido poco a poco, cuando el tiempo se ha encargado de ponerme en contexto y he visto su evolución, así como su reacción ante determinadas situaciones. O cuando, a pesar de que ya no nos sorprende casi nada, descubrimos que todavía podemos seguir aprendiendo y hay quien es capaz de regalarnos su sabiduría vital y personal.

No, no quiero poner nombres hoy, pero es el pensamiento que me ha venido a la mente al recordar entrevistas recientes, momentos vividos con el jurado la Fiesta de la Logística de Valencia, vivencias múltiples con mis compañeras y compañeros de trabajo, pasiones compartidas con amigas, amigos, familia... La vida, en definitiva.

Y sí, efectivamente, la vida también te da palos y muchas decepciones, pero como bien cantan mis admirados Santero y los Muchachos, “no hay canción si no hay herida”. (Frase dedicada a los ocho “santeros” que me acompañaron a ciegas al concierto de hace dos sábados).

Como bien cantan mis admirados Santero, “no hay canción si no hay herida”

Disculpen, si pueden, el tono meloso de esta columna de hoy, pero es que todos necesitamos de vez en cuando dar rienda suelta a esos sentimientos que escondemos detrás de nuestras poses de personas serias y responsables.

Nota: Será casualidad, o no, pero como ya expliqué en alguna ocasión, los valencianos de Santero y los Muchachos tienen un pasado profesional vinculado al puerto. ¿Será que ni con esto soy capaz de alejarme del sector? Será.