Menú
Suscripción

¿Lo que es bueno para unos es bueno para todos?

  • Última actualización
    03 junio 2025 05:20

La rigidez suele ser mala compañera para resolver problemas y, sobre todo, para adaptarse a este mundo tan cambiante y complejo que nos ha tocado vivir. Mostrarse inflexible es el camino para que un problema quede sin resolver.

Las 28 autoridades portuarias españolas se encuentran clasificadas en cuatro grupos o categorías que determinan, sobre todo, la estructura directiva de cada puerto, la composición y número de su plantilla y lo que va a cobrar cada trabajador de esa autoridad portuaria en función del cargo y responsabilidad que desempeña.

Como lectores avezados que son, me imagino que ya se estarán preguntando qué tienen que ver los dos párrafos anteriores. A primera vista, nada. Pero si conocen los entresijos de esa clasificación portuaria, sabrán que el ascenso de categoría es de una complejidad tal que hace imposible en la práctica poder ascender de grupo. Este sistema tiene su origen en el Marco de Actuación aprobado por el Ministerio de Hacienda en el año 2000. Efectivamente, han leído bien. Año 2000. 25 años. O medio cuarto de siglo, por si alguien todavía no ha logrado dimensionarlo.

A lo largo de todos estos años, han sido numerosas las peticiones de diferentes autoridades portuarias para ascender de grupo. Desde el año 2007, sólo dos puertos han logrado su objetivo: Cartagena, cuando logró ser incluida en el Grupo 2, y Castellón, cuando en el año 2022 Puertos del Estado dio luz verde a que engrosara este mismo grupo.

La aprobación del actual Marco Estratégico incluyó un cambio en las condiciones a cumplir para poder subir de grupo. Y aunque ese cambio era algo demandado por la mayoría de autoridades portuarias, se produjo una paradoja, por cuanto el ascenso al grupo I no se contempla y en el caso de los grupos II, III y IV las condiciones son bastante inalcanzables. Hecha la ley, hecha la trampa, aunque habremos de convenir que deberemos acatar las reglas del juego. Si no estamos de acuerdo con el marco actual, siempre se puede abrir el camino para poner en marcha los mecanismos necesarios para un nuevo cambio.

Sería conveniente abrir un debate sobre si los puertos tienen los instrumentos suficientes para adecuar sus estructuras a las necesidades del mercado

El sistema ha cambiado y, sin embargo, es un sistema que en ocasiones no da respuesta a las necesidades que hoy en día tienen las autoridades portuarias. En estos 25 años el mercado marítimo y portuario se ha transformado al albur de crisis financieras y económicas, aumento de la concienciación y normativas ambientales, pandemias sanitarias, conflictos bélicos, tensiones geopolíticas y guerras comerciales.

Esta transformación ha venido acompañada de un nuevo paradigma, una nueva regla que si hace unos años era un factor más de competitividad entre otros muchos, hoy se antoja como primordial: flexibilidad y adaptación. En un contexto como el actual, donde el mercado exige cada vez más altas dosis de flexibilidad para responder a unas disrupciones que son cada vez más frecuentes, creo que sería conveniente abrir un más que necesario debate sobre si las autoridades portuarias tienen los instrumentos suficientes para adecuar sus estructuras y recursos a las necesidades y exigencias que marca el mercado.

No pongo en duda la necesidad de estandarizar recursos y modelos de gestión por parte de la Administración Pública, pero es hora de abrir de nuevo el debate. El axioma de a puertos de similar estructura, similares respuestas, podría servir, pero así no tendríamos en cuenta que lo que puede ser bueno para unos no tiene porqué serlo para otros.