Tal vez Donald Trump tenga un gran plan para poner del revés las relaciones internacionales tal y como las conocemos, para establecer un nuevo orden mundial a su imagen y semejanza, y para lograr pingües beneficios para la economía de Estados Unidos. Tal vez. Seguramente, rodeado de asesores de todo pelaje y condición, el nuevo líder mundial se siente en su sillón del Despacho Oval de la Casa Blanca con una estrategia bien definida y unos objetivos muy concretos, mientras el resto de los mortales no hacemos sino intentar entender dónde quiere llegar el presidente de la primera nación del mundo. No obstante, cada decisión tomada por el magnate estadounidense es como un nuevo capítulo de “Perdidos”, una serie que tuvo un recorrido muy interesante y cuyo final es uno de los que peores de toda la historia de la pequeña pantalla.
Y en esas estamos. Porque un día Trump recibe a Vladimir Putin con todos los honores y al día siguiente castiga a los países que todavía mantienen relaciones comerciales con Rusia. ¿Alguien entiende su último movimiento imponiendo unos aranceles del 50% a India, rompiendo así años de buenas relaciones comerciales y económicas entre ambos países, y obligando al actual presidente del país, Narendra Modi, a acercarse a China? Cuando Trump decidió gravar las exportaciones indias a Estados Unidos, ¿nadie le advirtió que el hecho de que una de las economías más pujantes de la economía mundial actual se una al eje formado por Pekín y Moscú puede ser no muy positivo?
En este caso concreto, el error del presidente de Estados Unidos no viene sólo por el hecho de la imposición de aranceles. A esos sobrecostes del 50% hay que sumar las palabras de Trump sobre la economía india, que tildó de “muerta”. Y además, un detalle simbólico: después de décadas en las que Washington ha decidido alejarse de Pakistán, ahora vira en redondo para estrechar lazos con las fuerzas armadas de ese país, un paso que bien acompañado por la intención de la Administración de Estados Unidos de erigirse en un actor fundamental en la rebaja de tensiones entre las grandes potencias del continente asiático.