Menú
Suscripción

Nos queda bastante para ser lo que queremos ser

  • Última actualización
    24 abril 2025 05:20

Dicen algunos que lo han probado, que el exceso de poder debilita. Esta afirmación, envuelta en una clara contradicción, tiene su explicación en el efecto nocivo que ejerce la vanidad sobre las personas.

Efectivamente, el poder tiene algo hipnótico que provoca que determinadas personas se plieguen, como si tuvieran un muelle, ante el más mínimo gramo de autoridad. Cuando el que ejerce el poder se rodea masivamente de subalternos con “tendencia a la inclinación de 45 grados o más” termina por equivocar su propia dimensión.

Es lógico, si todo el mundo a tu alrededor se limita a decirte lo bien que lo haces todo, ¿cómo no vas a pensar que lo haces todo perfectamente? (creo que Paco lo expresa de una forma mucho más gráfica y sencilla).

Es justo en ese momento, cuando uno pierde la noción de quién es, cuando comienza el proceso de debilitamiento.

Ya saben eso de que el halago debilita; el falso halago ni te cuento.

Qué importante es que nos digamos la verdad o que tengamos a alguien cerca que sea capaz de decirnos de vez en cuando lo que no nos gusta escuchar, ¿cierto?

De hecho, si lo piensan bien, detrás de personas especialmente autoritarias, henchidas de ego y vanidad muchas veces no hay más que soledad, una soledad insoportable.

Puede que lo que voy a decir no sea muy popular, pero creo que de vez en cuando es necesario poner sobre el tapete algunas ideas que nos vayan alejando de esa soledad de la que hablaba. Allá voy: nos queda mucho como sector (logístico) para llegar a ser lo que queremos ser... ya lo he dicho.

Ante tanta adversidad y negatividad, hemos hecho algo bien: si los demás no nos quieren, vamos a querernos nosotros mismos

Como logísticos llevamos décadas siendo ninguneados; nos han relegado al último eslabón de la cadena; otros se han colocado las medallas que nosotros hemos contribuido a conseguir; hemos cumplido con nuestra tarea pese a las dificultades burocráticas o las carencias en infraestructuras y hemos tratado de romper con la opacidad de la que siempre nos han acusado.

Ante tanta adversidad y negatividad, hemos hecho algo bien: si los demás no nos quieren, vamos a querernos nosotros mismos y a demostrar que somos dignos de reconocimiento. Ese nuevo empoderamiento nos ha llevado a reclamar, hasta conseguir, la condición de sector esencial o indispensable. Y ya está. ¿Qué nos ha reportado ese calificativo? Seguimos arrastrando problemas endémicos y no parece que los vayamos a eliminar en el corto plazo. De todos ellos, que hay muchos y variados, me quedo con la eterna desconexión entre quienes nos gobiernan (sea quien sea) y la realidad de nuestro sector.

Y no estoy hablando de licitar obras, sino de la ausencia grave de proyectos de futuro, de planes estratégicos sostenibles, inmutables e inalterables ante los cambios de gobierno; de nombramientos relevantes con más sentimiento que sentido... y mucho más.

Hemos avanzado mucho como sector, es cierto, pero no podemos caer en la autocomplacencia y dejar de presionar y reivindicar lo que es nuestro porque ya nos han reconocido como esenciales. Hoy en día esa cualidad solo sirve para dejar en negro sobre blanco que, ante cualquier chungo, siempre los primeros en asumir las consecuencias.

Sigamos adelante que queda camino por recorrer.