Las primeras reacciones a un importante anuncio dicen mucho, y más cuando dicho anuncio se ajusta a nuestros intereses. Quién no ha dado algún que otro grito de alegría o ha celebrado ese anuncio como si hubiera marcado el gol que otorga un Mundial. Esa reacción es un claro indicativo de que dejamos escapar toda la tensión acumulada durante un largo período de tiempo, de que por fin nos hemos liberado de una losa que nos impedía dar más velocidad a nuestros proyectos... Esa reacción, en suma, es un claro indicativo de que somos humanos.
No me cuesta imaginar que algo parecido podría haberse vivido el pasado viernes en VPI Logística y la Autoridad Portuaria de Valencia con el enésimo episodio de este culebrón en el que se ha convertido desde hace años la ZAL Puerto de Valencia. El Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana se pronunció sobre un recurso de la Asociación Ciudadana per L’Horta, y lo hizo dando la razón a la Generalitat Valenciana y a VPI Logística, asegurando que el Plan Especial de la ZAL del año 2018 se ajustaba a derecho. A lo largo de la resolución judicial, el Alto Tribunal valenciano desestimaba todos y cada uno de los argumentos esgrimidos por la asociación.
La ZAL Puerto de Valencia lleva soportando una gran losa desde hace años. Y el peso de esa losa ha sido compartido por todos y cada uno de los responsables portuarios que se marcaron como objetivo impulsar esta zona de actividades logísticas con la que aportar un plus de competitividad a la dársena valenciana. Aún recuerdo cuando, en una de las primeras veces que estuve en la sede de la APV, su entonces presidente, al preguntarle por este tema, me reconocía que le enervaba la situación, sobre todo por la polémica que envolvía al proyecto y por el largo y azaroso proceso que aún quedaba por delante para que las empresas interesadas por establecerse allí pudieran hacerlo. Imagino que, pasados tantos años desde aquel encuentro, la última resolución del TSJCV supone algo más que un alivio para mucha gente.